Capítulo 17: De Dragones Y Brujas

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Alayna

Comúnmente pensamos que las hadas son unas lindas criaturas con alas brillantes, como las que vi cuando llegué aquí y recuperé mi vista, pero jamás, en la vida... creí que fueran así de horrendas.

Desde donde estamos escondidos, puedo observar como corren y saltan entre medio del bosque, una extrañas criaturas que tienen cuerpo de tronco, y ojos negros rasgados, fáciles de confundir con un árbol. Me aterroriza verlos saltar como si tuvieran resorteras en los pies y la mano de Arthur en mi boca no ayuda. No puedo respirar con tranquilidad.

Me quejo y me muevo tratando de sacarlo de encima.

-Shh -dice con los ojos llenos de tensión.

¿Tan malas son esas hadas?

Su reacción me pone nerviosa. Presiento que del mal que hablamos no es tan ligero como supone la parte de mi conciencia que quiere permanecer tranquila.

Vuelvo a patalear y Arthur me detiene, inmovilizándome. Me tardo en entender porqué y es que, cerca del tronco en el que estamos se oyen unas pequeñas pisadas. ¡Ay...que no sean tan malas, por favor! A medida que se acercan a donde estamos se percibe una risa infantil tenebrosa, de esas que parecen salir en películas de terror. Cierro los ojos del miedo y tiemblo con fuerza.

Paso no más de veinte minutos con Arthur sujetándome con fuerza, pero de repente su agarre se libera, soltándose de a poco. Ante la cuestión, abro los ojos y lo veo mirando quieto a un lado de mí. Entonces comprendo que la criatura está justo ahí y me vuelvo con lentitud.

Bastante lentitud, mientras me ahogo con mi propia respiración.

Al voltear completamente, observo una horrible criatura mirándome fijamente. Respiro tres veces tratando de calmarme y cuando ella mueve su cabeza hacia al lado con curiosidad, yo solo hago una cosa.

- ¡Ahh! -grito con fuerza, con miedo y por qué no, cobardía. Pero nadie puede culparme. Esa cosa es un árbol andante - ¡¿Qué mier...?! -Lo peor viene ahora, pues en medio del grito, la criatura grita también, haciéndome chillar con más agonía que antes - ¡Ahh! ¡Aléjate, aléjate, aléjate! ¡Vete, criatura del infierno! ¡Ahh!

- ¡Alayna! - Arthur trata de calmarme - ¡Alayna! Si sigues gritando, atraerás a los demás.

- ¡Ahhhh! ¡Dile que se vaya! -pido casi llorando atragantándome.

-Alayna, escúchame. Nosotros estamos en sus tierras. No puedo decirles eso.

- ¡Ayyyy! ¡Me está tocando, me está tocando! -me desespero más aún al sentirlo tocando mi pierna.

De inmediato, Arthur se abalanza sobre él para quitarlo de encima.

-No dejes que te toquen -dice poniéndose de barrera entre la criatura y yo -estas son quienes se alimentan de tu alma.

Asiento decisiva hasta que entiendo.

- ¿Qué hacen qué? -susurro aterrorizada y nerviosa.

Arthur extiende su brazo hacia mí, retrocediendo y yo hago lo mismo, pero el pánico se vuelve mayor cuando más de esas criaturas aparecen cayendo desde los árboles o surgiendo de algunos escondites. Son demasiados.

- ¿Es normal que sean tantas? -pregunto aferrando a Arthur.

-Son comedores de almas -dice con la mirada fija y penetrante. Aunque percibo su miedo, demuestra todo lo contrario -pero nunca los había visto en esta cantidad.

Las hojas amarillas se nos enredan en los pies y nos hace retroceder más difícilmente. No quiero pensar que este es el fin para mí, pero es lo que parece. Esas criaturas nos rodean en masa y se acercan a paso sigiloso. Lo más espantoso es esa risa diabólica que tienen. Estoy segura que mi rostro refleja más de lo que quiero mostrar y cuando Arthur me mira hacia atrás por sobre su hombro, temo por mi vida.

La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora