Arthur
Me cuesta adaptarme a la luz encima de mí.
Siento la garganta seca y un dolor de cabeza insoportable. Abro los ojos y la luz cegadora de arriba me hace quejarme.
— ¡Por los dioses! ¿Qué es esa luz? —digo tratando de volver a abrir la vista.
—Silencio —sentencia alguien.
Entonces me doy cuenta de qué trata todo esto. Estoy en una especie de vehículo grande, donde me encuentro en una camilla entre medio de cuatro hombres robustos. Los observo apenas debido a la iluminación y cuando trato de levantarme, noto que mis manos están atadas igual que mis pies.
¿Qué rayos está pasando?
—Alayna —susurro buscándola.
—He dicho silencio —grita uno de los hombres alrededor. La autoridad con la que habla me asusta.
Mi única interacción con humanos solo ha sido con Alayna y su familia, pero estos hombres son tan desconocidos. Tengo miedo de lo que esté sucediendo.
No hablo nada más, ni pregunto ni trato analizar mí alrededor. Pero no puedo evitar pensar en cómo estará Ali.
Alayna. ¿Dónde estás?
Mi mente se ocupa de buscar la comunicación con ella y ruego que la escuche.
—Aquí —resuena su voz en mi cabeza —Todo estará bien.
No lo creo.
—Alayna. ¿Dónde nos llevan?
Tengo la sensación de que algo malo va a suceder y no solo eso. Alguien aquí sabe de qué trata todo esto. Quienes somos y qué hacemos... O simplemente estoy alucinando.
— ¿Qué nos harán? —pregunto.
—No lo sé, pero buscaré la manera de salir, te lo juro.
Quiero decirle que no permitiría que se pusiera en peligro, pero el vehículo deteniéndose, llama mi atención. Observo nervioso como se abren unas grandes puertas y los hombres me sueltan para bajar con ellos. Busco con la mirada a Alayna, quien aparece sujeta por el inspector que había llegado a la casa en la dehesa. Sale de un auto más pequeño que el mío y con un rostro pálido y perplejo, mirando el suelo.
¿Qué le hicieron?
—Alayna —digo en voz alta —Alayna.
Trato de soltarme, desesperado, pero ella me observa asustada y me niega con la cabeza. No lo hagas, resuena en mi cabeza.
Nos llevan a rastras a una habitación oscura, donde nos sentamos lado a lado, paralizados por la mirada fija del teniente Matt.
Solo se queda mirándonos por varios minutos. No sé por qué o más bien no sé cómo definir la razón de porque comienzo a odiarlo. Tiene sus ojos enfocados en los míos y yo le sostengo la mirada. No quiero que crea que soy cobarde, porque sé que puedo derrotarlo con un aleteo, pero eso levantaría sospecha.
¿Cómo salir de aquí?
—Dime, Alayna. ¿Cuántos años tienes? —pregunta el encargado.
Ali duda un momento en responder, mirando los alrededores y buscando tiempo.
—19 —susurra.
— ¿Y cuánto llevas con tu enfermedad?
Ella me mira de reojo, lo que me hace fruncir el ceño. ¿Me está ocultando algo? Acaso su enfermedad no tenía que ver con la ceguera.
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La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)
FantasyUna melodia se instala en la mente de una Alayna de siete años, cuando en un accidente, queda ciega. Desde ese momento, todo lo que le queda es el sonido. Sus oídos se transforman en sus nuevos ojos y sus dedos en su portavoz más agradable. El 15 de...