En Portobelo
Una madre preocupada y un papá enojado.
Eso es lo que tiene Alayna esperando en casa. Pero ¿Por qué? Las noticias viajan más rápido de lo que uno espera y la señora Rachel lo sabe y exactamente, cuenta con eso.
Mientras Alayna y Arthur buscan descubrir cuál es el plan del espíritu del bosque, la señora Rachel desea salvar lo único que queda de su esposo: la casa en la Dehesa. Había llamado a Harold, el papá de Alayna para contarle que su hija se fue a casa de Sky porque ella quería hacer otra cosa importante, a lo que Harold reaccionó de mala manera.
—Dijiste que la cuidarías.
—Y lo hice —dice la señora Rachel —la deje en buenas manos, pero no me puedes impedir defender lo único que me queda de tu padre.
—Mamá... —comienza Harold.
—Ya basta, déjala vivir un poco. La restringes, que esté ciega no significa que no pueda ser feliz.
—Ella es feliz.
—Eso es lo que crees tú —la señora Rachel cuelga el teléfono antes de que su hijo siguiese regañando. Tenía la sensación de que algo no andaba bien con Alayna y su Harold se lo escondía.
Ahora la señora Rachel se encuentra camino a la biblioteca central de Madrid con el fin de buscar los archivos federales con lo que pondrá a juicio las acciones de los naturalistas que desean usurpar la Dehesa y con ella, destruir la casa de su vida.
Alayna
Vestirme con ropas tan grandes no es mi estilo, prefiero algo más delgado, así que una vez que Arthur se va de la habitación, busco lo que me han traído y encuentro un vestido rojo hermoso, pero demasiado ceñido. Comienzo a notar que todas las prendas son así y me confundo.
¿Para qué necesitarán ropa tan ajustada criaturas que cambian de forma cuando quieren?
Me decido por un vestido claro con brillos en los hombros y salgo caminando despacio por los grandes pasillos del castillo observando cada uno de los detalles que están presentes. Me maravillo ante las pinturas, los dibujos que cruzan las paredes y el diseño de los enormes ventanales.
—Que hermoso —susurro anonadada.
Pronto comienzo a escuchar pequeños murmullos provenientes de una esquina del pasillo, cuando enfoco mi vista me doy cuenta de que hay personas mirándome y hablando entre ellos. Esa actitud no me agrada, así que me acerco, sin embargo, se alejan... ¿asustados?
¿Qué?
Avanzo hacia la salida del castillo y veo cómo la gente tiene la misma reacción que los de dentro. ¿Me tenían miedo? Bajo la cabeza un tanto avergonzada, pero ¿por qué? Yo debería estar más asustada que ellos, no el pueblo... ni menos de... mí.
Regreso adentro del castillo porque no tengo nada que hacer afuera. La actitud de los demás me causa vergüenza. Siento que ya quiero volver a casa.
—Alayna, ¿no quieres salir? —La voz del rey me distrae — ¿estás bien?
—Sí, es solo... aun no me siento cómoda aquí —digo.
El rey se acerca a mí y me ofrece la mano. Al verlo actuar así, me hace recordar que es el espíritu del bosque y temo que me haga daño. Ciertamente, tengo dudas, así que acepto su mano porque si quiero saber la verdad, tengo que acercarme al enemigo, pero... ¿Lo es?
Todo parece ser tan irreal, que hasta mi propia imaginación puede fallarme. Yo no estoy bien mentalmente y eso era peligroso.
— ¿Dónde vamos? —pregunto.
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La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)
FantasyUna melodia se instala en la mente de una Alayna de siete años, cuando en un accidente, queda ciega. Desde ese momento, todo lo que le queda es el sonido. Sus oídos se transforman en sus nuevos ojos y sus dedos en su portavoz más agradable. El 15 de...