Arthur
¿Conoces el amor? ¿El que es a primera vista? Suele ser algo inédito, un sentimiento complejo. Mejor lo llamamos fantasioso o irreal. Con una sola vista ¿Alguien podría enamorarse? Yo creo que sí. Antes no me había sucedido.
Cuando era más joven tuve una pareja, mi dragona. Se llamaba Saphira. La quise mucho pero no es como lo que siento al mirar a Alayna. Sin embargo, después de casi casarnos... ella desapareció. Según los ancianos, habían encontrado su cuerpo en el límite de nuestro pueblo, siguiendo un camino mítico que nadie creía que existía hacia la fuente de los dones.
Fuente que ahora era mi única esperanza para Alayna.
Camino por la casa mirando cada fotografía. No reconozco nada. Mucho tiempo atrás, aquí vivía un niño, un amigo que también fue marcado, pero fue salvado por el sacrificio de un guardián. Ahora quien vivía en la casa es la familia de Alayna y no hay alguien que pueda sacrificarse por su marca.
Estoy en un conflicto demasiado grande.
Cualquier persona me diría que por qué estoy haciendo las cosas por Alayna, pero quien nunca ha sentido ese calor en el pecho al solo verla sonreír, no lo entendería.
Quiero que ella esté sana, quiero que tenga su vista... quiero... que me vea.
Del mismo modo, quiero que sea libre, solo porque sé lo que es capaz de hacer mi padre si la toma como su presa.
Alayna está en su habitación y aguantando las ganas de subir a verla, me dirijo hacia la cocina de la casa, donde se encuentra la Sra. Rachel.
— ¿Usted me reconoce? —pregunto.
Ella me observa con cariño.
—Por supuesto Arthur, un guardián tiene memoria —sonríe y yo lo hago también —Todavía te debo las gracias.
—No es necesario, ustedes hicieron todo.
—Pero sin tu información, no lo hubiésemos logrado... y él seguiría marcado.
Mi sonrisa se desvanece al recordar al pequeño niño que corría por el bosque. Había sido marcado por el espíritu porque era hijo de guardianes.
—Él... ¿no tiene sangre guardiana? —le pregunto porque me parece curioso, ya que, los padres de Alayna no lo son. Aún no sé porque mi padre la marcó desde pequeña.
— ¿Qué es la sangre guardiana? —dice una voz suave. Me doy vuelta y encuentro a Ali en la entrada de la cocina con la mirada perdida en el suelo, escuchando.
—No... es nada, cariño —responde su abuela.
—Abuela, están hablando como si... supieran lo que dice el otro. Eso no es normal. ¿Ustedes...se conocían?
Un silencio incómodo se establece entre todos. Nadie habla, solo se oye la respiración de cada uno rondar el ambiente. Alayna comienza a retroceder con la confusión reflejada en su rostro.
—Quiero una explicación —dice —escuche todo, ahora quiero que me lo digan a mí.
La señora Rachel me observa sin rebatir. Entonces lo entiendo. No puedo ocultarle las cosas a Alayna. Si quiero que confíe en mí, tengo que empezar a involucrarla.
—Nieves, siéntate —le menciona su abuela. Aunque Ali no nos ve, parece notar la pesadumbre en el aire —Ven, cariño.
Alayna suelta un suspiro muy grande y con los ojos cerrados avanza hacia nosotros. Se sienta en la silla de la encimera, al frente de su abuela, dejándome en medio de pie. Muevo mi vista hacia la muchacha y noto que lleva su chaleco abierto dejando al aire su piel.
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La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)
FantasyUna melodia se instala en la mente de una Alayna de siete años, cuando en un accidente, queda ciega. Desde ese momento, todo lo que le queda es el sonido. Sus oídos se transforman en sus nuevos ojos y sus dedos en su portavoz más agradable. El 15 de...