Arthur
Una vez mi padre hizo lo mismo que ahora.
Se ganó a las únicas personas que he amado. Saphira era una de ellas y mi padre la engatusó para que me abandonara y fuera en busca de la legendaria fuente de los dones para que fuera alabada como la guerrera que quería ser, en vez de una princesa.
Y ahora, Alayna.
La muchacha que me devolvió la vida después de sufrir, estaba cayendo en las redes perversas de un hombre malo.
¿Cómo la puedo salvar?
Suspiro bajando la cabeza y me alejo pensando en que justo cuando siento que puede florecer el amor, este se desvanece ante el toque de la maldad.
Mina está de pie al final del puente y me entrega la flor que le había obsequiado a Alayna hace algunos segundos.
— ¿Te gusta de verdad esa muchacha? —me pregunta.
La miro fijamente pensando mi respuesta y es que cuando conocí a Alayna, solo vi su forma dulce de ser, no la parte de ella que sufría, sin embargo siento que aquello no es una excusa para nada y más me dan ganas de tenerla a mi lado. No tuve mucho tiempo para aprender cómo se sentía el amor, pero si era querer proteger, estar con la otra persona y acompañarla a que sane, entonces... sí.
—Creo que sí —susurro cabizbajo.
—Entonces debes luchar por ella —dice poniendo su mano en mi hombro —no dejes que caiga en las enfermas decisiones de tu padre. Demuestra quién es él de verdad. Yo ví el linaje de Alayna en sus ojos y el rey no la quiere para algo bueno.
—Acaso...
—Sí, llévatela lejos del reino —menciona decidida con la mirada.
Mira a todos los lados asegurándose de que nadie nos escuche y procede a tomarme las manos, dejando una nota en ellas.
—Llévala a las brujas, ellas estarán con ustedes. Alayna tiene dentro de ella algo que el rey quiere para convertirse en algo más grande. Algo que ni la mayoría de guardianes muertos lograron darle.
— ¿Qué es? —pregunto intrigado.
Ella niega y hace un gesto para que yo guardase lo que me ha mencionado. Entonces, comprendo que sí Mina está arriesgando su puesto y su vida queriendo que Alayna fuera libre del espíritu del bosque, es porque tiene que ser demasiado importante.
Respiro analizando todo y aunque me da temor todo lo que puede significar escapar de mi padre, algo me dice que Mina tiene razón. No puedo dejar que Ali caiga en las trampas del rey. Así que no tardo en salir corriendo hacia el castillo, siguiendo el camino que dejaron los demás.
Por fuera sigue la fiesta, una de tantas celebraciones que hace el pueblo para seguir creyendo que todo está bien o simplemente, una idea que el espíritu del bosque instala en sus mentes para demostrar a los visitantes, que los dragones aún siguen viviendo en plena paz. Diviso a mi padre caminando al lado de una Alayna que todavía está sorprendida ante su descubrimiento.
La verdad, no sé qué tan cierto sea que mi padre la haya salvado, pero seguro lo hizo con alguna intención.
De pronto, me hierve la sangre al observar como el rey se inclina y besa la mejilla de Alayna, quien se queda paralizada ante el acto. Cuando él se aleja, yo entro con ella a la habitación que está detrás. El espacio es pequeño, ya que es un armario, pero es suficiente para conversar.
— ¿Qué fue eso? —pregunto enfadado.
— ¿Qué cosa?
— ¿Te acaba de besar? —La situación me frustra. Es que no entiendo como un padre puede pensar en querer destruir la vida de un hijo —dime que mi padre no te acaba de besar.
ESTÁS LEYENDO
La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)
FantasyUna melodia se instala en la mente de una Alayna de siete años, cuando en un accidente, queda ciega. Desde ese momento, todo lo que le queda es el sonido. Sus oídos se transforman en sus nuevos ojos y sus dedos en su portavoz más agradable. El 15 de...