Arthur
No me parece buena idea que Alayna siga los pasos de las brujas. Sé que es por algo importante, pero ella no le debe nada a este mundo para salvarlo. Es arriesgado y sobre todo peligroso.
Sin embargo, entiendo a la perfección sus ganas de buscar a dónde pertenece y qué es eso tan grande que la une a este mundo. Ya comprende que la sola unión con su abuelo no es la causa.
—Arthur —escucho a lo lejos — ¿Estás aquí?
Reconozco una pálida mano pasando con lentitud frente a mí y recién ahí caigo en la cuenta de que estoy en una banca afuera de la casa de las brujas. Estaba esperando a Alayna, pero su figura aparece delante de mí.
— ¿Estás bien? —me pregunta.
—Ehh, si, si...todo está bien —digo sonriendo ocultando la verdadera razón de porque estaba en otro mundo — ¿Cómo te fue?
—Bien, efectivamente...la marca se removió —me muestra su muñeca —según tu experiencia. ¿Eso es posible?
—Según yo, no. Tenía entendido que solo el espíritu del bosque podría ponerte y quitarte la marca. No hay nadie más que tenga ese poder —frunzo el ceño, confundido, pues parece que todo lo que un día conocí se está desvaneciendo.
—Tal vez es alguien igual de poderoso —menciona intrigada. Alayna se sienta a mí lado con suspiros pesados que llenan el ambiente —parece controlar toda esa oscuridad y un caballo. Había un caballo —al observar, veo que sus ojos se iluminan —hay algo agradable en aquel lugar, a pesar de lo oscuro que está. Ese caballo corría por el agua como...si fuera su propia tierra y la voz de la mujer era elegante. No había maldad, solo pude sentir el dolor y la desesperación. Nada más.
— ¿Debería preocuparme por algo?
—No, no, no me molesta, ni nada por el estilo —dice mirándome. De pronto suelta una sonrisa que me contagia. Me alegra ver que se está tomando todo esto de buena manera, aunque sé que es solo una imagen.
Por dentro tiene un revoltijo de sentimientos.
La quedo mirando por un largo tiempo admirando la enorme capacidad de acostumbrarse a un mundo diferente en menos de dos días. Sin embargo, al verla sonreír me hace preguntarle:
— ¿Te gusta aquí?
Ella no parece notar que tan importante es la pregunta.
—Sí, a pesar de todo es un mundo lindo.
—Es que me sorprende que no llevas casi nada aquí y te siento segura, sin miedo, no como...allá —digo tratando de sonar bien, ya que, lo menciono en serio. Del tiempo que la conozco, nunca la sentí más segura como ahora —En tu mundo, me refiero.
Alayna fija la vista en un punto desconocido y suspira con pesadez.
—Arthur, he pasado doce años soportando tratamientos médicos que nunca solucionaron nada. Ni siquiera eran para la ceguera, sino que trataban de quitarme el trauma del accidente y lo que conllevo eso a mi mente, pero aquí... —frunce los labios —...no siento dolor en la cabeza y puedo ver. Es perfecto.
—Pero hay enemigos cerca.
—Cada cosa tiene sus defectos y eso lo hace más perfecto —susurra sonriendo con calidez.
"Cada cosa tiene sus defectos y aun así es perfecto" Me cuesta creer eso. He visto el mal envolver este mundo y no tiene nada de perfecto. El alma de ese ser es oscura y lúgubre, no hay nada ahí que lo vuelva perfecto.
— ¿Cómo era ella? —pregunta de pronto y sé que se refiere a Saphira.
La miro con ojos perspicaces, intentando detallar cual es el motivo de su pregunta, pero no veo una mala intención.
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La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)
FantasyUna melodia se instala en la mente de una Alayna de siete años, cuando en un accidente, queda ciega. Desde ese momento, todo lo que le queda es el sonido. Sus oídos se transforman en sus nuevos ojos y sus dedos en su portavoz más agradable. El 15 de...