Alayna
Ni siquiera alcance a organizar mis pensamientos cuando veo que papá ya está con el teléfono en las manos.
— ¿Qué estás haciendo? ¡Papá! —le arrebato el celular.
—Estoy llamando a los federales, es la única manera de que él se vaya, es un peligro —dice furioso.
— ¡Papá! No es un peligro —digo, tratando de calmar la situación.
—Alayna... —
—Papá, entiende.
—No, entiende tú. ¿Sabes quién es su padre?
—Lo sabe, lo sabe todo —interviene Arthur, pero eso enfurece más a mi papá, quien se acerca a él con una mirada amenazante. Miro a mamá en busca de ayuda y al parecer nota mis lágrimas, porque su mirada trata de consolarme.
—Harold, basta —le pide.
—No, este muchacho...este dragón, me quito a la persona que más amaba en el mundo.
—Lo sé, pero por favor, estás viendo lo malo, de nuevo —dice mamá, llorando —ni siquiera estás mirando a tu hija. Lleva doce años sin verte, que esta no sea la primera faceta que observa de ti, Harold, por favor te lo pido.
Papá se da vuelta a mirarme.
Solo unos segundos le toma darse cuenta de que mamá tiene razón. Se acerca a paso lento y me abraza, apretándome con fuerza.
—Lo siento —susurra —lo siento tanto.
Tengo la sensación de que se disculpa por otra cosa y no solo por la escena que ha hecho, pero comprendo su dolor, ya que, cuando perdemos algo importante, no llegamos a entender su alcance o el porqué de la situación.
—Está bien, todo está bien —le hablo despacio.
—Ya les alerté —me contesta aun sin mirarme a los ojos. ¿De qué está hablando?
— ¿Qué cosa? —pregunto.
—A los federales —dice —solo con un botón les avisaba.
— ¿Qué?
—Estamos trabajando con ellos —menciona mamá y paso la mirada entre ellos, confundida —por lo de la criatura.
—Pero...
—No sabíamos que era él —apunta a Arthur —ni que tu desaparición tenía que ver con la criatura. Ahora comprendo que tu padre sabía de quien hablábamos —mamá observa a papá y en su rostro se refleja un tono de decepción.
—Es un dragón, uno de verdad —comento —y ahora debemos ocultarlo.
—Podemos volver a casa.
—No lo llevaremos —discute papá. Entonces mamá con aquella mirada tan penetrante y dolorosa se acerca a él y le dice:
—Tú no decidirás eso.
Mis padres avanzan entre peleas y discusiones, mientras Arthur y yo nos quedamos atrás, mirándolos. Yo pienso en que no sé si soportaré la decepción de una persona que quiero.
—No pensé que estaría tan enojado —dice Arthur, observando un punto fijo en la nada.
Cierro los ojos porque no sé qué decirle. Se supone que él solo les aviso a mis abuelos como podían salvarle la vida a su único hijo del espíritu del bosque.
¡Qué complicada relación tenemos con la familia del otro!
El padre de Arthur esclaviza a todos en un mundo prisionero de un espíritu que busca gobernar y me necesita para algo que aún no sé lo que es y mi padre odia al único que se atrevió a hacer algo en contra de una víctima de la sinfonía del espíritu.
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La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)
FantasyUna melodia se instala en la mente de una Alayna de siete años, cuando en un accidente, queda ciega. Desde ese momento, todo lo que le queda es el sonido. Sus oídos se transforman en sus nuevos ojos y sus dedos en su portavoz más agradable. El 15 de...