Capítulo 39: La Esperanza

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Alayna

Tengo un presentimiento. No sé si llamarlo bueno o malo, pero ahí está, como otro corazón al lado del mío. Sonrío a pesar de ese extraño sentimiento.

Justo en ese lugar, en pleno puente que conduce a las puertas del castillo principal, muchas criaturas flotan a mi lado. Brujas detrás de mí. Sirenas en las aguas debajo del puente. Hadas, elfos. Incluso, a lo lejos distingo la imagen de grandes montañas moviéndose hacia acá.

—Son gigantes —dice la guerrera, con una risita de melodía.

—Todos están aquí —comenta Mag, apareciendo entre medio de todas las brujas —lo has logrado, Alayna de las Nieves. ¿Ya sabes de lo que eres capaz?

—Sí —susurro.

Aunque llevo una leve sonrisa en mi rostro, la verdad es que faltan algunos. Los dragones encerrados y los humanos. Pero prefiero que mi mundo no tenga que ver con esto. Es demasiado para ellos, en cambio los dragones, sí deben estar con nosotros, por lo que me llevo a la guerrera hacia un lado.

—Tenemos que sacar a los dragones —la miro decidida y ella comprende que es importante.

—Podríamos hacer un plan —menciona.

—Tengo una idea —digo —pero... si la hacemos no creo que tengamos una conversación tranquila ¿Entiendes?

— ¿Crees que tendremos que pelear contra él de todos modos?

Asiento, preocupada, porque me siento así. Esto podría ser una mala idea, pero es la única que se me ocurrió.

—Bien, cuéntame —la guerrera se dispone a llamar a los líderes de cada uno de los grupos, con los que planeamos el rescate de los dragones.

Mag hace una ilusión que nos ayuda a tener tiempo, porque Balar nos vio antes, solo que por suerte no nos ha atacado. Les explico la situación, contándoles que tratamos de salvar a los dragones, al rey y a Cernunnos, puesto que él no es el verdadero enemigo, solo es una víctima de Balar, el mal del mundo. Cuando Mag oye ese nombre, se le viene el mundo encima, porque se queda paralizada del miedo. Le tomo la mano y continúo:

—Entiendo que muchos de ustedes no tenían idea de este nombre. Los más ancianos, sí. Deben entender que su fin es destruir todas las razas, porque de una u otra manera, no estaba predicho que ustedes existieran. Balar es el creador de Eiocha y de los humanos, él quería que Eiocha fuera su diosa, que los guiara en el mal, porque así estaba destinado a ser nuestro mundo —miro a cada uno de los que están ahí, tratando de entregarles lo que me falta: valentía —Pero ella vio un futuro distinto, donde miles conviven en buena armonía. Eso es lo que debemos lograr. Un día Eiocha rechazó a Cernunnos, porque él creyó que los humanos también debían estar en esa gloriosa armonía y yo, por mucho que sea reencarnación del poder de Eiocha, creo en lo Cernunnos creía. Todos merecen una oportunidad, por muy malos o buenos que hayan sido. Por líder o dios que sean, no tienen derecho de juzgar a otros por su naturaleza. Los humanos son hijos de Balar, la primera creación. Y a pesar de que estaban destinados a ser malos, hay bondad en muchos. Hay esperanza —mi mente vaga a los recuerdos de mi familia, a Sky, incluso a Matt, quien supongo está encerrado con los dragones —Hay amor. No todo es la magia que poseemos... Hacemos magia porque hay amor en nosotros. Esa es la magia del mundo. De todos los mundos. Y eso es por lo que vamos a luchar, siempre.

Un silencio incómodo nos envuelve con frialdad. Bajo mi cabeza. Me da cierta vergüenza, así que muevo mis manos de manera nerviosa. Pasamos una a otra. Cuando estoy comenzando a encerrarme en una burbuja, la mano de la guerrera toca mi hombro y me hace un gesto hacia adelante. Miro a los demás de inmediato y los veo uno a uno inclinándose.

La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora