Alayna
Después de caminar por todo un valle de hermosas flores y criaturas, el rey de Elden les menciona a unas cuantas personas que me den una habitación con todos los lujos posibles, y es que aunque le digo que no es necesario, él insiste.
Una vez en lo que es mi cuarto, reflexiono todo y trato de armar un mapa en mi mente, pero es algo complicado.
Estoy en el mundo de los dragones, que no es solo de dragones, sino que también hay brujas, elfos, duendes, etc. Llegué y obtuve una extraña garantía del poder en este lugar.
Mi vista.
Así, por fin pude ver el rostro de Arthur y la verdad es que lo pensaba diferente. Jamás me imaginé que como él se describió a sí mismo el día que nos conocimos fuera real. Y sí. Tiene un cabello negro ondulado y brillante, lo que es envidiable y unos ojos verdes que se remarcan gracias a las enormes pestañas.
Además, no puedo evitar recordar las veces que Arthur estuvo cerca de mí, tan cerca que podía olerlo y eso me pone nerviosa.
De pronto, el beso que nos dimos llega a mi cabeza haciéndome estremecer. Me lanzo hacia atrás en la gran cama adornada tratando de calmar mis extraños rubores.
¿Qué se supone que siento por él?
Antes no lo sabía, ahora estoy confundida. La actitud de Arthur no es amenazante ni malvada como para ser un secuaz del rey, quien por cierto también tiene algo en su aura que busca atraerme en una red de amigables pensamientos, sin embargo, recuerdo que Arthur mencionó antes que el rey lo había desterrado si no llegaba con lo que le pedía.
Y supe hace unos minutos, que ese "objeto" que pedía, era yo.
Sinceramente, no creo que Arthur tuviera demasiada opción, se le oía desesperado y un rey que castiga a quienes no cumplen lo que les pide, no es alguien bueno.
Hay muchas cosas aquí que no entiendo.
Comienzo a sentirme asustada.
Salto de miedo al escuchar un golpeteo fuerte pero constante en la puerta, así que me levanto a ver quién es. La misma anciana que estaba antes con Arthur se encuentra frente a mí con una fila de prendas dobladas en sus manos. Entra sin más.
— ¿Cómo te sientes? —dice dejando las ropas en la cama, procediendo a analizarme muy detenidamente — ¿No te ha hecho nada?
— ¿Por qué? —pregunto confundida.
—Es que...
—Él es malo, ¿Verdad? El rey, me refiero... —comento tratando de confirmar mis sospechas.
Mina me observa con dolor y me asiente lentamente.
—Sí, bueno, es complicado... —la observo cuestionando.
Antes de poder seguir hablando, una voz grave se escucha desde la puerta. Miramos a la dirección y nos encontramos con la figura imponente del rey. Mi reacción no me sorprende, pero tampoco me hace ilusión. Siento como me tiembla el cuerpo al ver a tal hombre.
—Mina, supongo que le has hablado bien de mí a nuestra invitada —dice acercándose a nosotros, a lo que inconscientemente retrocedo.
Veo a Mina y se nota su nerviosismo a pesar de la avanzada edad que aparenta, así que hablo yo tratando de evitar represalias hacia ella.
—Lo ha hecho, majestad —digo titubeando.
— ¿Sí?
—Si —afirmo.
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La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)
FantasyUna melodia se instala en la mente de una Alayna de siete años, cuando en un accidente, queda ciega. Desde ese momento, todo lo que le queda es el sonido. Sus oídos se transforman en sus nuevos ojos y sus dedos en su portavoz más agradable. El 15 de...