Alayna
A las 21:30 llegamos a Portobelo, más específicamente a la playa donde vive mi abuela. Los recuerdos de este lugar son muy vagos, por lo que voy de la mano de mi abuela para evitar cualquier tropiezo. Las memorias que tengo bastan del olor salado del lugar y el viento caliente en época de verano. Además, allí siempre hacía calor, con excepción de aquella vez.
Donde la lluvia nos llevó a la tragedia.
También recuerdo que el lugar estaba marcado por escombros de épocas antiguas. La fortaleza que cuidaba la playa parecía la torre de un castillo que simula estar enterrado. Según las historias, eran frentes utilizados para batallar con barcos, donde ponían sus cañones para atacar al enemigo. Lo posicionaban, encendían la pólvora y...
¡Baam! Un estruendo emerge desde atrás de nosotros. Al no ver nada, de inmediato el auto explotando llega a mi memoria y caigo al suelo, sintiendo como el corazón quiere salir disparado.
Las lágrimas no tardan en llegar y me doy cuenta de que llevaba reprimiendo esto mucho tiempo. ¡No puedo! No puedo seguir con esto. El recuerdo era doloroso y darme cuenta cada mañana que jamás lograría ver de nuevo, lo hacía más angustiante.
-Ya, nena -me abraza mi abuela. Puedo sentir lo que a ella también le duele y es que, ver a quienes amas sufriendo, te rompe el corazón -ya va a pasar, mi amor. Ya va a pasar.
Me mece en sus brazos como lo hace mamá.
-Arthur, ¿puedes llevar las cosas allá? La casa es la amarilla de esa esquina -le dice mi abuela al chico -ten la llave.
Siento como desaparece lentamente la presencia de Arthur a mí alrededor y eso hace que me desmorone más. Su sola cercanía lograba calmarme mucho más rápido que mi familia.
Otro episodio. Otra crisis. Ya es demasiado.
-Ali, tranquila. Solo fueron niños jugando con un balón -lloro más aún -no dejes que el trauma gane terreno, mi amor. Eres una guerrera, pasarás por esto. Es solo un momento. Cuando pasamos estas situaciones en las que sentimos que ya no vamos a poder salir de lo profundo, no vemos la salida. Pero pronto llegará. Llegará TU salida y tienes que estar preparada para aceptarla. Ahí, Ali. Ahí lo superaras todo.
Sus palabras tienen un sentido distinto, lo que me deja pensando. La electricidad de la crisis disminuye y puedo volver a calmar mi respiración. ¿Cómo? No lo sé. Solo sé que en cuanto dejé de llorar, su abrazo fue eterno.
-Gracias, abuela -comento -y lo siento mucho.
Me acurruco en su cuello y ella acaricia mi cabello.
-No tienes que pedir disculpas por ser humana, Alayna.
Su beso en la frente me mantiene un poco más tranquila que antes, así que me pongo de pie para caminar hacia la casa que no visitaba hace muchísimo tiempo.
Al llegar siento que me falta el aliento, aún hay aroma a menta y hierbas, como si alguien hubiese tomado mate hace solo un minuto, pero no... estoy segura de que el poleo sigue creciendo en la rama de la ventana. Camino hacia el recibidor donde me quito las zapatillas y mis pies acarician la mullida alfombra que mamá le regaló a mis abuelos tiempo antes de que yo naciera.
-Arthur, nosotros nos quitamos los zapatos al entrar aquí -dice mi abuela con amabilidad.
-Ah, disculpe -el aura de Arthur se mueve a mí alrededor con habilidad y se retira con la misma.
-Comeremos algo, iremos a dormir y mañana buscaremos ese paso ¿Sí? -asiento cabizbaja. No puedo sentirme animada ni nada por el estilo después de un episodio. Me siento fatal, creo que es necesario considerar tomar mis pastillas de nuevo -Ali.
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La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)
FantasyUna melodia se instala en la mente de una Alayna de siete años, cuando en un accidente, queda ciega. Desde ese momento, todo lo que le queda es el sonido. Sus oídos se transforman en sus nuevos ojos y sus dedos en su portavoz más agradable. El 15 de...