Arthur
Llevo toda la noche pensando en ella. Al fin había conseguido que se montara a volar conmigo. Suspiro por enésima vez al recordarla.- ¿Estás bien? -la voz de la dragona anciana del pueblo me saca de mis pensamientos - ¿Duele mucho?
-No, ya es costumbre -digo, mientras ella vuelve a pasar un trapo con agua por mi cuello.
- ¿Por qué te arriesgas tanto al ir al mundo humano, niño?
Recuerdo su cabello al viento y su sonrisa inocente. Sonrío como un tonto.
-Vale la pena, Mina -la mujer era cuidadora de mi madre, cuando apenas era una niña -Vale completamente la pena.
- ¿Se puede saber cómo se llama ese "vale la pena"? -sigue hablando.
Dudo un instante, pero solo uno pequeño. Mina es como mi familia, así que puedo confiar en ella.
-Alayna, Alayna de las Nieves.
Siento esa sensación de presión en el estómago de inmediato. Ella causa eso, solo ella. Y es extraño, porque apenas la he visto unos momentos, pero cada reunión que tenemos es algo único.
-Supongo que te tiene loco ¿No? Alayna significa preciosa o... bella -se ríe al decir eso, pero tiene razón -Me alegra que estés buscando una manera de superar a Saphira.
La sonrisa se me borra de pronto. ¿A qué se refería? No quería ni quiero superarla. Saphira era muy distinta a Alayna. Pero...
-...Sin embargo, es peligroso que te embauques con una humana -continuo.
-Sí, lo sé.
-Escúchame, Arthur -miro a los ojos a Mina y esta se acaricia como si fuera su tesoro más preciado -Por el bien de Alayna y tuyo, por favor, deja de ir a ese mundo.
No respondo, solo bajo la mirada. Es complicado. Si Mina me pedía algo, yo podía contenerme porque sabía que le hacía daño y no había algo que llamara completamente mi atención, pero ahora es distinto. Ahora si hay algo.
Los demás dragones a su alrededor y los niños que aún no poseen la fuerza en sus alas para volar, todos de pronto se quedan paralizados. La presencia del rey se siente desde a pasos de distancia. Los árboles se oscurecen por la gigantesca sombra que se extiende en el cielo.
Mina me pasa la camisa y no deja de estar a mi lado. Eso es lo que provoca el espíritu del bosque. Las criaturas se esconden y los niños se asustan. Aunque nuestro mundo está lleno de belleza y salud, el miedo nos controla. Él nos controla.
Pronto, su forma humana se posa delante de nosotros. Su rostro refleja enojo y rápidamente retrocedo con la cabeza baja.
Con susto.
Su mano se estampa fuerte contra mi mejilla mareándome. El picor se amplifica con las ganas de llorar. ¿Por qué es así conmigo? ¡Soy su hijo!
-Te dije un millón de veces que no quería que nos pusieras en peligro -ruge contra mi rostro -Y lo primero que haces, es ir a que los humanos te vean.
Él sabía que yo estaba espiando a Alayna, pero no que interactuaba con ella. Al darme cuenta de eso, se me encoge la cara. Eso era malo. Alayna está marcada y si el espíritu del bosque sabe que ella conoce nuestra raza, puede adelantar su destino, y si su destino es morir, no lo soportaría. No otra vez.
-Papá -susurro.
-Soy tu rey -espeta -Me debes respeto.
Quiero llorar, pero me contengo. Aun con la cabeza baja, intento defenderme.
ESTÁS LEYENDO
La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)
FantasyUna melodia se instala en la mente de una Alayna de siete años, cuando en un accidente, queda ciega. Desde ese momento, todo lo que le queda es el sonido. Sus oídos se transforman en sus nuevos ojos y sus dedos en su portavoz más agradable. El 15 de...