Alayna
No quiero escuchar. Pero ahí está el sonido de estruendos en el castillo. Siguen ahí como un recordatorio.
Tengo hambre y sed.
Y no sé cómo maldición viajar al plano astral. Fue un error escapar sola. Podría haber muerto, pero estaría con Arthur. No aquí, lejos.
No sé dónde estoy, solo sigo caminando a través del bosque en Elden. Tres días llevo así. Sudada y cada vez sintiendo que quiero dormir para siempre.
Antes... la soledad era agradable. Me quedaba en el hospital sola, con mi violín esperando que el doctor me diera el alta y me dijera lo que tenía. Ceguera permanente.
¡Qué días!
La ceguera fue un impedimento para vivir de modo normal, pero adecuamos esa normalidad con mi familia. Y ahora, estoy aquí viviendo fuera de ese rango de lo acostumbrado. Tratando y buscando esa manera de llegar al plano astral que mencionó Mina. Pero es que... como se supone que espera que lo haga.
Me lanzo al pasto quedándome boca arriba. Observo el cielo rojizo que se cierne por todo el lugar. ¿Qué tan grande es este bosque? Trato de no pensar en cómo me ruge el estómago, pero me molesta demasiado.
Los árboles a mi alrededor comienzan a tornarse más oscuros que hace tres días y eso me pone alerta, temiendo que Cernunnos me haya alcanzado, pero no. Solo es mi visión, que se nubla con cada respiración que doy.
¡No, no, no! Debo seguir caminando. No puedo quedarme aquí, aún falta para llegar a donde creo que estaré segura.
Tengo la intención de caminar hasta las tierras del sur, allí donde se esconden las brujas. No sé si voy bien, pero no puedo quedarme a esperar una solución, porque esa no llegará.
Trato de respirar un par de veces más, antes de llenarme de fuerzas para seguir caminando, sin embargo, una voz melodiosa llama mi atención. Giro poniéndome de pie, buscando la voz, pero no hay nada.
De pronto, un silbido.
Me está llamando, pero... ¿Desde dónde?
Sigo el canto, que viene de la izquierda y me interno fuera del camino principal hacia las frondosas hojas de los árboles. Está oscuro por lo que no puedo distinguir mucho, pero el canto crece. Lo sigo por un buen rato, pensando en encontrar a la persona que está haciendo esa sinfonía, sin embargo jamás pensé que me hallaría delante de un pequeño lago que por el aura tenebrosa del lugar, se ve negro.
Busco con la mirada aun envuelta en una nube, si hay alguien alrededor. Por suerte estoy consciente y eso me desespera, porque diría que puedo beber el agua, pero se ve tan oscura que parece de todo, menos eso.
El canto vuelve a sonar y ahí me doy cuenta de que la música proviene del mismísimo lago. Retrocedo con miedo cuando una mano sale con lentitud desde el agua. Ahogo un grito, mientras termino estampada al árbol de atrás y observo cómo va apareciendo de a poco, la cabeza y el rostro de alguien.
—Tengo que estar soñando, dios mío —me quejo mientras agarro mi cabeza y trato de ahuyentar esa imagen.
Pero sigue ahí y subiendo.
Para saber cuál es el peligro al que me enfrento, le pongo atención y me encuentro con unos ojos dorados mirándome con curiosidad.
—Ah —suspiro — ¿Qué eres?
Termino dándome cuenta de que me hablo a mí misma por miedo a lo que esa cosa pueda pensar o hacer. Pronto empiezo a notar: su cabello plateado, su piel pálida y su cuerpo huesudo. ¿Es...una persona muerta? ¡Por favor que no lo sea!
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La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)
FantasyUna melodia se instala en la mente de una Alayna de siete años, cuando en un accidente, queda ciega. Desde ese momento, todo lo que le queda es el sonido. Sus oídos se transforman en sus nuevos ojos y sus dedos en su portavoz más agradable. El 15 de...