Capítulo 25: Desde Otro Plano

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Alayna

El dolor posterior es fuerte. No solo el cuello, ni mi garganta, sino que el brazo, las piernas, incluso el pecho. Todo duele.

—Oye...oye... ¿Estás bien? —Pregunta Matt al ayudarme a levantarme del suelo — ¿Qué fue eso?

—No lo sé —me quejo dolorida —pero creo tener una idea.

Según yo, el único que podía causar dolor y querer hacerme daño, es el padre de Arthur o más bien, Cernunnos. Sin embargo, lo que fuera parecía ser invisible a lo que veía. Frente a mí solo estaba la habitación, pero sentía que alguien me acechaba.

No entiendo. No entiendo nada.

Desde la puerta escucho un murmullo desagradable y giro la cabeza, encontrándome a la doctora Palmer.

— ¿Qué hace aquí ella? —digo mirando a Matt, mientras trato de acomodarme bien.

—Yo estaba con ella recién, hablando sobre ti —menciona Matt observándome de manera coludida, obviamente conmigo —después vimos que algo te pasaba a través de las cámaras.

Me dirijo hacia la doctora, divertida.

— ¿Tiene cámaras en las habitaciones de sus pacientes?

—Por supuesto —dice —son métodos eficaces.

—No conmigo.

—Así veo.

Matt, que está sentado a mi lado, se levanta y le pide a la doctora que salga de la sala. Aunque ella nos observa con sospecha, termina cediendo. Una vez que sale, Matt cierra la puerta.

— ¿Sabías eso? —le pregunto.

—Sí.

—Entonces, ella escucho todo lo que hablamos hace un rato. ¿No?

—No, Alayna —dice masajeándose la cabeza —no son cámaras con sonido. Ella solo te ve, no te escucha. Por favor, debes confiar en mí.

—No es tan fácil —digo.

—Lo sé, pero trata. ¿Sí? —me observa suplicando, por lo que no me queda otra cosa que hacer más que asentir —Bien, esta noche trataré de tomar tu libro. Arthur vendrá, así que ponte feliz por lo menos, te tocará explicarle lo que haremos.

Trata de levantarse, pero antes de que se aleje, lo agarro por la mano.

—Gracias...Matt —menciono —muchas gracias.

Él asiente en respuesta y sale.

Una noche, solo una noche estaría allí. Y después podríamos irnos, ¡Dios! Qué abrumador es todo esto. Si jamás hubiese conocido el mundo que Arthur me mostró, esto no estaría pasando, yo nunca tendría mi vista de vuelta y ahora estaría en casa disfrutando de las vacaciones. Pero si eso no hubiese pasado, si yo nunca me hubiera caído de aquel barranco, Arthur no me hubiese salvado y nunca lo conocería.

Todo esto vale la pena por ese detalle.

Y las promesas.

Prometo a muchos salvarlos, cuando no sé cómo hacerlo. Pero tengo qué, igualmente.

De pronto golpean suavemente la puerta y giro la cabeza hacia ella, para ver a la persona que se asoma. Salto de la cama sin pensarlo cuando veo a Arthur cruzar el umbral. Corro hacia él en el pequeño espacio y lo abrazo con fuerza.

Casi un día pasó, entre llegar a la casa y que los federales nos encontraran, hasta esto. Y aun así, lo extraño como si llevase tiempo sin verlo. Lo abrazo y me cuelgo de él, quien me responde de la misma manera.

La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora