Alayna
No llevaba ni una semana ahí, y aunque estoy por cumplirla, no he podido dormir bien. Ahora me encuentro en una improvisada cama de cobijas en el suelo, donde por enésima vez trato de conciliar el sueño.
Se me hace imposible. Sin embargo, reconozco que no es por el insomnio, sino que es por el presentimiento. Todas las noches lo imagino a él en algún lugar oscuro, siendo torturado por quien creíamos que era Cernunnos, solo para que yo pudiese descubrir que finalmente es Balar, el originador del mal.
Lo que también está en duda. ¿Balar será realmente malo? Uno hace cosas malas por querer hacer cosas buenas. Y eso, sin darse cuenta.
Ahora quiero saber sobre Arthur, no me importa quién es su torturador, solo quiero pensar que alguien está con él. Matt o Mina, que siquiera sus palabras sean útiles para evitar dolor. Que haya sabido convencer a Balar de que no sirve de nada, golpearlo o algo por el estilo.
Pero, ¿y si no es así?
No me queda más que suponer, pues por mucho que quiero ir a su encuentro, no tengo el poder suficiente para salir de aquí. Estoy encerrada. Es fácil entrar, pero difícil salir. Suspiro pesadamente al momento en que la guerrera se levanta a mi lado.
¿Ya se hizo de día?
—Hola —le digo a la guerrera. Ella se acomoda el cabello rojo antes de mirarme sonriendo.
— ¿Cómo estás?
—Bien —susurro y siento que ella nota que es mentira. Me observa por demasiado tiempo —Estoy bien, de verdad.
Dudando aun, sigue con sus cosas.
Trato de dejar a un lado a Arthur, para enfocarme en controlar mis poderes, así que salgo a las afueras solo para darme cuenta de que llueve a cantaros. ¡Genial! lo que faltaba. Miro a la guerrera en busca de respuesta, pero está de pie enfrente de mí, mirando el cielo.
— ¿Qué pasa? —pregunto y no responde. Sigue mirando la lluvia caer. Su rostro se ve preocupado y a la vez triste —Guerrera.
—Algo pasó —susurra —no es una lluvia normal. Algo malo pasó.
Mi inquietud empeora al pensar en Arthur otra vez, pero de pronto comienza a sonar la sinfonía alrededor de nosotros, sin embargo, las notas son bajas, diferente a la usada por el espíritu. Busco a mi alrededor y los árboles que envuelven el río, la cabaña y a nosotras se notan caídos, con sus copas luciendo inclinadas.
—Eiocha —dice la guerrera —Eiocha...ha muerto.
Todo encuentra su sentido. ¿Qué? le digo confundida en un inicio, pero pronto comienzo a entender. Los árboles con copas caídas, el cielo oscuro con una lúgubre lluvia y todo lo que apenas tiene vida, ahora parece muerto. Triste y dolorido. Incluso la guerrera.
Me paralizo en mi lugar, justo afuera de la puerta de la cabaña y pienso que eso tiene que ser una mentira. Balar es quien lo está controlando todo ¿No? Por favor, no puede ser cierto. Ella...es... ¡Ahg! ni siquiera sé que es, pero estuvo conmigo desde el inicio. Retrocedo y me escondo en la cabaña solo para viajar al plano inconsciente con rapidez. Tanta que me sorprende.
En un dos por tres ya estoy ahí, en el oscuro lugar, iluminado solamente con el mar salado y brillante a su alrededor. La busco corriendo por todo que la negra tierra abarca ahí, pero no hay rastro de ella.
— ¿Dónde estás? —Susurro y sollozo —Dime que no es cierto.
Caigo de rodillas a la arena negra de ese mar, tapándome la cara y llorando en ella. No la conocía lo suficiente, pero fue quien me ayudó a conocerme a mí misma. La apreciaba un montón y lo hago. Supongo que siempre lo haré. Se siente...cómo perder a una parte de mí. ¿Cómo no me di cuenta de esto antes? A lo mejor, si lo hubiese notado, hubiera llegado a tiempo. Pero no lo hice.
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La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)
FantasyUna melodia se instala en la mente de una Alayna de siete años, cuando en un accidente, queda ciega. Desde ese momento, todo lo que le queda es el sonido. Sus oídos se transforman en sus nuevos ojos y sus dedos en su portavoz más agradable. El 15 de...