Jimin sonrió cuando se cruzó a Jeon Jeongguk en la cafetería al dirigirse a buscar algún café que lo acompañara en su estudio de esa tarde. La nueva semana estaba siendo bastante agitada y, por ende, había empezado a implementar más la cafeína en su vida. Respecto a su amigo, se habían texteado un poco esos días, luego de haber arreglado las cosas el domingo, así que fue más que placentero por fin encontrarlo en persona. Al principio, pensó en solo saludarlo, pero poco después vio al más alto acercarse con una sonrisa, tras haber comprado su merienda. La reverencia que le hizo una vez frente a él no fue para nada formal, comparada a las que estaba acostumbrado a recibir de su parte. Ese gesto lo volvió a hacer sonreír. Jeongguk le mostró entonces la bolsa que cargaba con él, la cual contenía solo un muffin (gigante) con chispas de chocolate, y Park comentó que su plan era comprar lo mismo y luego usar unas de las tantas máquinas disponibles para conseguir una bebida. La cara de asco del menor le pareció adorable, entendiendo que claramente el café no era de lo suyo.
La charla no duró más que eso, pero aún así Jeon se quedó junto a él hasta que fue su turno de hacerse con la comida que quería. El pelinegro parecía no tener apuro en comer, pues no había vuelto a tocar su bolsa luego de habérsela presumido al rubio. Una vez que consiguió lo suyo, Park insistió en que no debería haberlo esperado, pero el contrario repitió todas las veces necesarias que estaba bien y, de hecho, fue él quien ofreció merendar juntos cuando atravesaron la puerta de salida del lugar. Saludaron a la recepcionista cuando pasaron por allí, quien se mostró contenta por la atención y educación de los muchachos, y luego salieron del edificio principal sin saber muy bien hacia dónde dirigirse. Lo único que les generaba emoción era, ciertamente, estar solos y comer juntos un rato. Aunque, por un momento, ambos se habían olvidado que cargaban con alimentos.
— Creo que es mejor que empieces a beber eso mientras buscamos un buen lugar. — Señaló Jeon mientras caminaban por el espacio verde que rodeaba al campus por fuera. Park sonrió, dándose cuenta de que tenía razón. Había pedido un sorbete para poder beber más tranquilo, y el contrario no supo cómo contener su sonrisa al ver lo tierno que se veía al mayor tomando así de su vaso. Jimin no lo notó, por suerte, así que solo siguieron su camino en silencio. Sin siquiera tener intenciones, terminaron llegando al edificio de residencias luego de un rato, pero ninguno quería que eso marcara el final de su mini salida. — ¿Deberíamos dar la vuelta otra vez?
— Parece que ahora eres tú quien me está guiando a mí. Podemos quedarnos aquí en el pasto si quieres. — Ofreció, viendo que no había tanta gente por el lugar y que el día estaba hermoso para ello. Jeon aceptó al percatarse de lo mismo. Comieron sus muffins en medio de una charla sobre tareas y otras cosas relacionadas a la carrera. Jimin bromeaba sobre el segundo año siendo un infierno solo para ver los ojitos preocupados de su compañero, pero no podía evitar reír luego demostrando que sus exageraciones eran solo eso y para molestarlo. No había muchos otros temas de conversación, pero por alguna razón se sentían demasiado animados el uno con el otro. Incluso charlando siempre de cosas dentro del mismo espectro, el ida y vuelta no se sentía pesado ni repetitivo. Ni siquiera había silencios incómodos. — Entonces ¿no necesitas tutorías de nada?
— Eso lo contestaré cuando lleguen los exámenes. — Le dio el último mordisco a su pastel para luego recostarse en totalidad sobre el césped. Park lo imitó, quedando justo junto a él. — ¿Tú? ¿Volviste a necesitar la ayuda de Misuk sunbaenim?
— No hasta ahora.
— Bien, espero tenga tiempo libre para cuando yo necesite ayuda.
El rubio se sentó de repente, volteando a mirarlo con cara de ofendido. — ¡Se suponía que yo sería tu tutor! — Jeon rio al verlo tan así de repente. Su comentario no tenía ningún otro fin en realidad. — ¿De verdad no me consideras siquiera?
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byeol (별); pjm + jjk
RomanceEn un mundo en el que las almas gemelas nacen con una marca distintiva en alguna parte de su cuerpo, que las ayuda a unirse, Jeongguk, un joven coreano que comienza su primer año de universidad, ha vivido gran parte de sus años engañado, pensando qu...