Por más que lo intentara, Yeji no podía parar de tener pesadillas al respecto de la horrenda situación que había vivido aquel primer fin de semana de universidad. Recordaba con lujo de detalles las palabras que aquel chico le había dicho al intentar acostarse con ella, o mejor dicho, al arrepentirse de haberlo querido hacer. Uno de sus sunbaenim le había coqueteado durante casi toda la noche, cosa que había subido fuertemente su ego, pues no había tenido nunca a alguien tan hipnotizado en ella. Lo malo fue que, cuando este chico le pidió que lo acompañara a su habitación a "buscar su celular" porque aparentemente lo había olvidado y quería su número, Hwang no se dio cuenta lo suficientemente rápido del doble sentido de esa propuesta. Sus amigas tampoco, por lo que simplemente la animaron a sacarle plática al contrario mientras recorrían la facultad hasta la residencia.
Pero al extraño no le importó la plática, en realidad. Y cuando llegaron al cuarto, no hizo más que cerrar la puerta detrás de la chica para comenzar a halagarla, haciendo que perdiera un poco el miedo para besarlo. Durante toda la noche, los rechazos de la menor se habían basado en que no quería hacer nada de ello con tanta gente alrededor, pero eso para él había sido un indicio de que podían pasar a la siguiente página. Para el joven, eso había sido un coqueteo y no un verdadero "no estoy cómoda". Fue ese razonamiento el que lo hizo refunfuñar cuando la joven comenzó a rechazar sus intentos de tocarle el trasero sobre y debajo de su vestido. Ella estaba bien con unos besos, pero se estaba empezando a sentir un poco usada. No, Yeji no era del tipo que esperaba a la persona ideal, no le daba miedo el sexo, pero en ese momento, esa noche y con ese chico, no quería más que un intercambio de salivas. Mucho menos viendo que el contrario no tenía una actitud muy caballerosa al respecto.
— Lamento si eso fue irrespetuoso. Podemos seguir besándonos y si te gusta, entonces seguiremos. Tú decides. — Aclaró tras notar el desagrado de la muchacha por sus manos revoltosas. Dudó, pero terminó por aceptar, pensando que la propuesta del chico era real; que si no quería tener sexo al final, podría parar en cualquier momento. Recordaba, por ejemplo, que en su primera vez había vivido un episodio parecido, pero todo había terminado por resultar bien.
Los besos siguieron y las caricias subieron de nivel de a poco, tanto como Yeji lo permitió, así que vio que su promesa estaba siendo cumplida, dándole un empujoncito a confiar en él. Error que lamentaría apenas estuvieron a punto de acostarse de verdad. Porque cuando Yeji dejó caer su vestido, el chico no hizo más que mirarla por un rato, soltando una pequeña risa después.
— ¿Qué tienes? — Preguntó la pelirroja esperando una respuesta mientras se acurrucaba nuevamente en la pequeña cama. Apenas cabían ahí.
— Nada, solo... tu ropa es engañosa. — Admitió sin más. Yeji comenzó a besarlo de nuevo para seguir el juego, intentando ignorar que no sabía bien hacia dónde había ido ese comentario. Pero al parecer su superior estaba convencido de hacerla entender sus palabras. Sus crueles y estúpidas palabras. — Con ese vestido, parecías tener muchas más curvas de las que tienes en realidad.
Silencio, fue todo lo que obtuvo de su parte. La chica lo miró incrédula, esperando que terminara esa maldita idea para decidir si quería golpearlo o simplemente irse sin volver a mirar atrás. Pero no fue ella la primera en abandonar la cama para empezar a vestirse.
— Lo siento, linda. Esperaba más de ti.
Más de ti.
Esas habían sido sus últimas palabras antes de haber abandonado el lugar. Tuvo el maravilloso detalle de dejar la puerta entreabierta poniendo una cajita en el piso que impidió que cerrara por completo, para dejarla salir cuando quisiera y estuviera lista, pero eso no hizo que la menor se sintiera mejor. Yeji solo pudo llorar mientras reunía el valor para volver a ponerse su vestido, el cual le daba mucho asco de repente. Sentía asco sobre ella misma de repente. En su interior, sabía perfectamente que no tenía por qué hacerle caso a los comentarios de un arrogante con aires de príncipe, pero teniendo esa frase en mente, tan fresca, se le dificultaba seguir adelante y reunir confianza otra vez.
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byeol (별); pjm + jjk
RomanceEn un mundo en el que las almas gemelas nacen con una marca distintiva en alguna parte de su cuerpo, que las ayuda a unirse, Jeongguk, un joven coreano que comienza su primer año de universidad, ha vivido gran parte de sus años engañado, pensando qu...