Si había algo que la familia de Jimin amaba, era aprovechar la mañana. Desde pequeño le habían inculcado que el desayuno era la mejor y más importante comida para compartir y disfrutar, por lo que despertarse después de las nueve de la mañana era un delito en casa de los Park. Así que ahí estaban un domingo a las ocho en punto, todos con café en mano y una mesa repleta de aperitivos acompañándolos. A decir verdad, no la estaba pasando tan bien como creía que iba a hacerlo. Durante las últimas semanas de clase, había comenzado a analizar cómo serían las cosas una vez que no estuviera bajo el mismo techo que Jeongguk, pero nunca había esperado un desarrollo tan extremista de las cosas. Sí, se había visto venir un escándalo respecto a su relación, y sabía que todo sería más difícil, pero por alguna razón su mente no había concebido la idea de que el chico directamente desapareciera. Eso claramente afectaba su humor y forma de comportarse estando rodeado de otros. En la facultad, cuando las cosas iban mal, Yoongi sabía comprenderlo y hasta no tenía que soportarlo en caso de no querer, pues podía simplemente salir de la habitación y relajarse por su cuenta, pero su familia tenía que convivir con él inevitablemente, así que para ellos era mucho más complicado. Jimin sabía esto, y estaba al tanto de que sus padres notaban sus comportamientos extraños, pero no había abierto la boca. Cuando les contó sobre su relación, evitó dar algún detalle demasiado personal al respecto, pues no estaba listo para procesarlo aún. Sus padres no sabían sobre sus llamadas con Wooseok sobre la situación en la casa del muchacho, ni los constantes mensajes que le mandaba a pesar de no recibir respuesta. De hecho, ellos pensaban que cuando se encerraba en su cuarto a hablar por teléfono era porque estaba hablando con su novio, siendo privado y exagerado al respecto.
Si tan solo en algún día de toda esa semana Jeongguk lo hubiese contactado...
— ¿Jiminie? — Llamó su madre, notando que el chico había dejado de prestar atención hacía rato. Con su padre habían estado charlando sobre hacer una salida familiar esa misma tarde, aprovechando el último día del fin de semana antes de volver a la rutina, a menos de parte de los mayores. Pero necesitaban la aprobación del invitado estrella, quien ni siquiera estaba enterado de lo que le acababan de proponer.
— Lo siento, mamá. ¿Qué decías?
— Papá quiere salir hoy. ¿Te parece buena idea? Podemos ir a algún parque de diversiones, para disfrutar del aire libre.
Tuvo que pensarlo varios segundos antes de animarse a asentir. No era que no estuviera del todo de acuerdo con el plan, pero algo le decía en su interior que esa tarde debía de estar en casa. De repente se sentía un loco supersticioso, pero la intuición era tan grande que lo hacía dudar. Aún así, no iba a dejar solos a sus padres que habían hecho de todo desde su llegada para hacerlo sentir cómodo. Es decir, lo estaba, evidentemente eso era su hogar, pero en esos primeros días lo habían hecho sentir tan niño mimado que se sintió como si hubiesen pasado siglos desde la última vez que había habitado allí, con aquellas dos personas que tanto amaba.
Ese día terminó siendo mucho más emocionante de lo que esperaba cuando aceptó salir en familia aquella mañana. La razón principal era que amaba tanto los parques que su mente se había logrado enfocar al cien por ciento en ser parte de cada juego posible, en lugar de estar torturándolo todo el día como había pasado en toda la semana que llevaba fuera de la universidad. Así que se podría decir que el plan de sus padres había funcionado, pues los mayores habían pensado de antemano el proponer dicha salida para ver si así su hijo volvía a ser el de siempre. Efectivamente, lo estaban logrando, y por eso sus sonrisas eran mucho más genuinas ese domingo mientras buscaban la siguiente atracción. Las montañas rusas eran la cosa preferida de los hombres Park, mientras que la madre decidió esperar debajo en esa ocasión, porque al estar frente a la estructura en cuestión sintió que podría desmayarse con solo sentarse en los carritos. En cambio, los muchachos terminaron el doble de emocionados al ser conscientes de la dimensión del juego al que iban a subir. Casi que ni se sentían como padre e hijo, sino más como hermanos. Sin dudas, Jimin había sacado su lado infantil y juguetón por parte de Jihyuk.
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byeol (별); pjm + jjk
RomansaEn un mundo en el que las almas gemelas nacen con una marca distintiva en alguna parte de su cuerpo, que las ayuda a unirse, Jeongguk, un joven coreano que comienza su primer año de universidad, ha vivido gran parte de sus años engañado, pensando qu...