Capítulo 45

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Actualización doble (2/2)

Peter se convirtió en mi sombra durante los próximos días. Me seguía de casa al campus, del campus al trabajo, y del trabajo a casa. Descubrí que era una persona bastante cercana y me sentí muy cómoda en su compañía.

Karen y Thomas creyeron que era un alumno que había comenzado el semestre más tarde de lo habitual y comenzaron a tratarlo como uno más en nuestro reducido grupo. Por otra parte, tuve que explicarles a los profesores cual era la situación. Afortunadamente, lo comprendieron y dejaran que asistiera a sus clases. 

Me sorprendió ver que Peter podía contestar cualquier pregunta relacionada con la economía o el marketing. No tenía ningún título universitario, pero le encantaban los números y sabía más del tema que muchos de mis compañeros. 

Los periodistas acamparon debajo de mi casa y Abby me propuso que me instalara en la suya mientras la situación se calmaba. Aunque Marina asegurara que no pasaba nada, la idea de que los paparazis pudieran importunarla no dejaba de atormentarme, así que acabé aceptando. Tenía la esperanza de que, si dejaba de entrar y salir del edificio, se acabarían cansando de esperarme.

El sábado llegó y agradecí enormemente el hecho de no tener que salir de casa. Por la mañana, Roger preparó churros para desayunar. Ésa era su manera de darme apoyo moral. Quien me conocía sabía que un buen plato de comida me ponía siempre de buen humor. 

Abby y yo devoramos el desayuno en silencio. Desgraciadamente, Roger tuvo que marcharse y no pudo desayunar con nosotras.

—Tengo que enseñarte una cosa— murmuró la rubia con su habitual desparpajo cuando terminamos de limpiar los cacharros del desayuno.

Me condujo hacia la sala de estar y se puso a rebuscar en su bolso. Nos sentamos en el sofá y me tendió un sobre. Lo abrí y no pude evitar soltar un alarido de emoción al descubrir lo que había en su interior.

—Es la primera ecografía— expuso ella a mi lado, con los ojos brillantes al ver mi reacción—. Me la hicieron hace una semana.

Clavé mi mirada en su vientre plano y no pude evitar acariciarlo, dibujando una sonrisa tonta en los labios.

—Es increíble. Este garbancito será una personita dentro de un par de meses.

Abby posó su mano sobre la mía y asintió. Tenía lágrimas en los ojos cuando la miré de nuevo.

—Perdona — murmuró, secándose los ojos con el dorso de la mano—. Últimamente no hago otra cosa que llorar y dormir. Me siento ridícula.

Le acaricié la mano con el pulgar, intentando calmarla. Me resultaba tierno verla en ese estado, aunque debía de admitir que también me hacía plantearme el hecho de si yo quería o no pasar por esa experiencia algún día. Por ahora no me veía siendo una montaña rusa de emociones.

—Bueno,  basta de lágrimas. ¿Cómo llevas toda esta situación?

Suspiré y me dejé caer en el respaldo del sofá, tratando de encontrar una respuesta sincera en mi interior.

—Estoy de los nervios— admití—. Pero supongo que es inevitable.

—Tranquila. Los periodistas se acabarán cansando en cuanto aclaréis las cosas.

—¿Qué quieres decir?

Abby volteó su torso en mi dirección y me dedicó una mirada entre curiosa y divertida.

—Vamos a ver— dijo sonriendo—. Ben y tú os lleváis muy bien últimamente—. Se me quedó mirando y asentí, sin comprender muy bien por dónde iban los tiros—. Y pasáis mucho tiempo juntos—. Entrecerré los ojos, intentando descifrar sus palabras—. Os estáis acostando—. Me mordí el labio inferior y me sonrojé—. Pues cuando los periodistas sepan que estáis juntos, se acabará la persecución. Solo les interesa la noticia porqué es algo nuevo, una historia fresca.

Efecto Hardwicke [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora