Capítulo 12

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Nos dirigimos al piso de arriba y entramos en una sala enorme. Era un espacio muy amplio e insonorizado. Había una mesa con equipos de mezcla a un lado, mientras que al otro había los instrumentos del grupo. Me llamó la atención la increíble cantidad de cuadernos y libretas que había esparcidos sobre el escritorio.

Mia y Abby se sentaron en un sofá, por lo que decidí imitarlas. Observamos como los miembros de la banda se preparaban para dar comienzo al ensayo. 

Ben se ajustó la correa de la guitarra en el hombro y se acercó al micrófono. Los primeros acordes del instrumento comenzaron a inundar la estancia, acompañados pronto por el resto.

Al empezar a cantar, lo hizo entonando de una manera suave y delicada. Pero a medida que se acercaba el estribillo, la intensidad de su voz aumentó y adoptó un matiz rasgado que me puso la piel de gallina.

—Este es el tercer single del álbum. Se llama Timeline— me comentó Mia cuando hubo acabado—. En unos días grabaremos el videoclip.

—¿Ya habéis encontrado una actriz? — inquirió Abby a mi lado.

—Aún no— contestó la aludida, claramente exasperada por el asunto.

—Se suponía que tenía que ser Megan— me susurró la rubia al oído, sin que la otra la escuchara—. Pero tal y como están las cosas, la agencia decidió que era mejor buscar una alternativa.

Asentí y miré a Ben, preguntándome qué debía de haber pasado entre ambos.

El ensayo se alargó hasta por la tarde. La música sólo cesó cuando los chicos decidieron hacer una pausa para almorzar. Fue fascinante ver la complicidad con la que se desenvolvían. Parecían poder comunicarse sin palabras.

—¿Os apetece ir al Groucho club esta noche? — propuso Mia entretanto los chicos guardaban los instrumentos. Ya eran casi las cinco—. Tendríais que mostraros en público, Ben— sugirió, mirando fijamente al aludido. Entonces entendí que se refería a nosotros.

Él me miró con las pupilas dubitativas, jugando con uno de los anillos que adornaban sus dedos.

—¿Qué es el Groucho club? — pregunté, algo inquieta.

—Es un club privado que hay en el Soho— me explicó Abby, cogiéndome la mano y con su mirada azul radiante por la emoción. Al llevar la melena rubia recogida en un moño improvisado sus ojos parecían aún más grandes—. Es exclusivo. Sólo pueden acceder al club sus miembros y sus acompañantes. Nada de paparazzi ni de fotos entre sus cuatro paredes.

—La verdad es que me sentaría bien salir un poco— declaró Roger desde la otra punta de la sala.

—Sí. Entre ensayos, grabaciones y entrevistas hace mucho que no vamos— convino Royce, seguramente por no llevarle la contraria a Mia.

Por lo visto, les parecía buena idea a todos. Y Mia tenía razón. Había ido a Londres precisamente para dejar que la gente nos viera juntos.

Todos se fueron a sus casas para cambiarse de ropa.

Tras rebuscar en la bolsa que me había traído Mia, encontré un elegante mono negro. Se me antojó perfecto para la ocasión. Era de pantalón largo y acampanado y palabra de honor, con un escote recto. Lo combiné con unos stiletto beis y unos pendientes en forma de aro grandes y plateados que me había traído de Madrid. Decidí ponerme una americana negra para no pasar frío.

Una vez lista, me encaminé al piso de abajo. Ben yacía sentado en uno de los sofás de la sala de estar. Se había vestido de manera informal, con unos jeans oscuros, una camisa, una americana y unas zapatillas. Iba totalmente de negro y se podía ver parte de su pecho a través de la camisa entreabierta. Los dedos de su mano estaban adornados con anillos. Llevaba el pelo despeinado y no se había afeitado, por lo que una incipiente barba adornaba su mandíbula.

Efecto Hardwicke [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora