Capítulo 17

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Una vez vestida, me dirigí al piso de abajo y llegué a la cocina. Necesitaba una buena dosis de teína si quería sobrevivir a ese día. Según tenía entendido, la grabación del videoclip duraría todo el día.

Noté su presencia justo detrás de mí incluso antes de qué pronunciara palabra alguna.

— ¿Té? — ofrecí.

Cogí una segunda taza sin que me hubiera contestado. Sabía su respuesta. La huella de sus labios seguía fresca en los míos.

— Por favor.

Serví las dos tazas y saqué una botella de leche del frigorífico. Lo enfrenté con la mirada y alcé la botella en su dirección a modo de pregunta. Asintió con sus ojos fijos en los míos, profundos y anhelantes. Estaba sentado, con su cuerpo vuelto por completo en mi dirección y los brazos encima de la mesa. Su pelo seguía húmedo por la ducha y jugaba con uno de los anillos que adornaban sus dedos.

Dejé las tazas encima de la mesa y saqué un paquete de galletas de chocolate. Ocupé la silla que estaba justo delante de él y me metí una en la boca.

— ¿Quieres? — pregunté, consciente del escrutinio al que me estaba sometiendo.

Negó y sus ojos siguieron el recorrido de mis dedos mientras mordía la galleta. Sonreí.

— ¿Qué te hace tanta gracia? — inquirió, totalmente serio, debatiendo su mirada entre mis ojos y mis labios.

— Dijiste que no era buena idea.

El color de sus pupilas se solidificó mientras se levantaba y apoyaba los brazos en la mesa.Se inclinó hacia mí.

— Sigue sin serlo— susurró a la altura de rostro. Su dedo pulgar delineó el contorno de mi boca.

—Espero que la ducha te haya sentado bien y te haya ayudado a poner tus pensamientos en orden.

—Te crees muy graciosa, ¿verdad?—Acentué mi sonrisa y me humedecí los labios con la punta de la lengua—. Acabarás por pedirme que me tome esa ducha contigo— Se acercó más a mí y su aliento bailó entre los mechones de mi pelo.

El ruido de la cerradura de la puerta al abrirse resonó por toda la casa. Se apartó de mí, tomó asiento y se metió una galleta en la boca sin dejar de mirarme.

— Chicos— exclamó Mia, irrumpiendo en la cocina. Estaba despampanante. Nadie diría que había dormido incluso menos horas que yo—. Salgamos ya. A estar horas el tráfico es horrible.

Ben se levantó, bebiéndose el té de un solo trago y sin dejar de sonreír.

— Pues será mejor que vayamos tirando.

— ¿Qué mosca le ha picado? — me preguntó Mia, con una mueca de confusión. Me limité a encogerme de hombros, con la cara ardiendo—. Al menos parece estar de mejor humor que esta mañana.

******

Londres había amanecido soleado. Loui, el chico que se había encargado de maquillarme y peinarme para la primera parte del rodaje, me dijo que estando a mediados del mes de diciembre aquello era bastante peculiar.

— Pero no te fíes— advirtió, mirándome a través del espejo mientras me aplicaba otra capa de laca en el pelo —. He escuchado en la radio que va a nevar sobre las dos.

Desvió la atención de mi rostro y la centró en mi cabello. Me había hecho un recogido a lo Amy Winehause y parecía que tenía más pelo del que poseía en realidad. El maquillaje, por otro lado, era mucho más sencillo. Lucía más natural y de mi estilo

Efecto Hardwicke [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora