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La mañana siguiente Kagome despertó con una fuerte jaqueca. Se sentó en su cama y apoyó sus codos en sus rodillas sosteniendo su cabeza entre sus manos.

- Diablos!... necesito una aspirina. Necesito tomar un baño y comer algo. Siento que mi cabeza va a explotar.

Seguía en la misma posición pero esta vez colocó sus mejillas entres sus manos mientras miraba al vacío y pensaba en lo extraña que había sido su noche.

Pensaba para sí misma:
- Sigo sin entender. Todo tuvo que ser parte de la borrachera, y la única explicación que encuentro es que últimamente he pensado mucho al pasado, he extrañado a mis amigos. A Inuyasha... qué habrá sido de Inuyasha? Nunca dejé de amarlo, espero que sea muy feliz, aunque yo no haya dejado de pensarlo ni un solo instante. Siempre intenté atravesar el pozo con la esperanza de reunirme con el, pero fue inútil. Se selló por siempre. Cumplí con mi cometido y ya no había razón para que yo volviera. Mi presencia en esa época podía alterar el curso de los eventos en la historia.

-Pero... Sesshomaru?.... Pffff
De donde salió Sesshomaru?
(Dio un largo y cansado suspiro)
- Lo mejor es que vaya a ducharme.

La azabache se dirigió al baño, se desvistió y soltó su ahora corto cabello. Entró a la ducha, abrió el grifo y comenzó a ducharse, tomó la esponja y comenzó a tallar su piel, la pasó por sus brazos y luego por su cuello. Cuando llegó a esa zona sintió como dolía.

- Auch!
Siguió tallando un poco más suave, pero esa sensación leve de dolor era incómoda. Dejo la esponja de lado y toco con las yemas de sus dedos su cuello.
Frunció el ceño cuando sintió algo abultado como una pequeña cicatriz.
- Debió picarme algún insecto y esa zona se ha irritado.

Decidió seguir con su baño sin darle mayor importancia. Cuando hubo terminado salió de la ducha, se envolvió con una toalla, hizo lo mismo con su cabello y se acercó al espejo. Limpio el espejo empañado y lo primero que notaron sus ojos fue su cuello enrojecido.
Se acercó un poco más y comenzó a inspeccionarlo. Se veía claramente una cicatriz, una muy pequeña, parecía que era vieja.

Penso para si misma:
~ Definitivamente me picó algún insecto, está un poco irritado, por eso duele un poco y siento comezón.
Pero cómo o cuando sucedió?
Prometo no volver a tomar de esa forma, aunque así he dicho en ocasiones anteriores pero  quien sabe donde me metí que hasta un insecto terminó pegado en mi cuello!

Kagome bajo al primer piso, nadie de su familia se encontraba en casa. Encontró una nota en la nevera: "Volveremos esta noche, no nos esperes. Te dejé aspirinas y algo de comer"
Tomo un vaso con agua y las aspirinas luego comió lo que su madre había dejado para ella. Se sentó en el sofá, miró la televisión un rato, mando algunos mensajes a sus amigas y luego la embargó la melancolía. Se envolvió en su manta y tiró la cabeza hacia atrás soltando un pesado suspiro.

- Inuyasha.... (Dijo en un susurro)
Qué haré de mi vida ahora? Estudiar me mantenía ocupada y había logrado calmar mi corazón. Pero ahora, no dejo de pensarte. No puedo sacarte de mi mente. Tu recuerdo me persigue. Nunca tuve el valor de declararte mi amor. Si hubiese tenido el coraje de decirte lo que sentía por ti, habría al menos despejado cualquier duda. Pero no haberlo hecho dejo ese signo de interrogación en el aire. Y si hubiese...?
Tengo que buscar la forma de calmar estas ansias, necesito intentarlo una vez más. Si tan solo pudiera lograrlo, te diría todo lo que siento por ti sin importar el resultado, al menos lo habré hecho y me habré librado de este nudo que siento en mi pecho; y no solo... poder ver nuevamente a todos mis amigos.

Kagome se cruzó de brazos y adquirió un gesto muy serio. Trataba de idear una forma de poder regresar y que el pozo pudiera abrirse una vez más. Comenzó a desesperarse, a sentir una gran inquietud, una necesidad por regresar.
Pasaron algunos días y esa inquietud no desaparecía. Todos esos años había extrañado a sus amigos y a un cierto punto se había resignado ya que al parecer el pozo se había sellado por siempre. Pero en los últimos días, sentía aquella necesidad, aquel deseo por volver que no desaparecía y cada día era aún más fuerte, sentía una ansiedad que no la dejaba ni a sol ni sombra.
Se pasaba las noches en vela, removiéndose en su cama. Sentía como el pasado la llamaba, esa inquietud que no la dejaba dormir. Se sentaba en la ventana de su habitación a ver al lugar donde se encontraba el pozo por horas, muchas veces hasta que salía el sol.

ERES MI MUJERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora