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Kagome bajó la mirada, su rostro se había oscurecido, se sentía muy mal... pasó cuatro años sintiendo rencor hacia Sesshomaru cuando él lo único que hizo todo ese tiempo fue protegerla. No tuvo alternativa. Si le hubiese permitido quedarse quizás la habrían lastimado. Pudo haberla perdido. Sesshomaru dio la vuelta y salió de la habitación al ver que su mujer no hablaba. Pero ella no podía decir nada. Qué podía hacer?

Lo había decidido. Hablaría con él al siguiente día. Cuando despertó se propuso enfrentar la situación. Quizás no arreglarían las cosas de inmediato.  Pero necesitaba tiempo. Habían pasado cuatro años, debían recomenzar, poco a poco. Ella pondría de su parte pero el también debía ser paciente.
Se dispuso a buscar a Sesshomaru, había llegado el momento. Pero no lo encontró. Siguió caminando por todo el palacio. Llegó al ala oeste lejos del ala norte donde se hallaba su habitación y la de Sesshomaru.  y escuchó voces provenir de la sala de reuniones, voces que de un momento a otro desaparecieron. Sintió curiosidad y fingió alejarse para poder ocultar su aura. Era extraño le pareció que una de las voces era la de Sesshomaru y la otra sembraba una voz femenina. Hizo un campo de fuerza para poder ocultarse y saber.

Sesshomaru hablaba con una concubina, pero cuando sintió él aura de Kagome la silenció. Sintió como la presencia de Kagome se alejó y prosiguió.
- No puedes estar Yukichi, debes irte. Mi mujer ha regresado. Debes regresar a tu cabaña.
- Pero si yo lo amo mi señor!
- Haces mal! Yo amo a una sola mujer. Jamás te dije que te amaba. Tu solo cumpliste con tu papel de concubina eso es todo.
La Yokai había ido a buscarlo pues se había enamorado de él. En los últimos dos años de ausencia durante el periodo de celo Sesshomaru la buscaba para saciar sus deseos carnales. Era eso o asesinar sin piedad para calmar a su bestia. Después de la batalla Sesshomaru había perdido el control. Había vuelto a ser el Yokai despiadado de una vez. Algunas concubinas se le insinuaron pero él estaba siempre lleno de rabia, enfurecido por lo que al ver la actitud de ellas terminaba matándolas. Ellas lo deseaban y lo veían vulnerable e infeliz y querían poder darle un momento de placer para calmar su alma.

Flashback

Los soldados se habían quedado sin concubinas. Jaken se encargó de buscar nuevas Yokais para el harem del palacio. Una de ellas era algo joven, también pura, su nombre era Yukichi.
- Estarás aquí pero no debes entregarte a ninguno, no por ahora, dio la misma advertencia a los soldados. También les advirtió que no debían buscar a su amo sino querían morir. Si él quería estar con alguna de ellas, él mismo se los informaría. Él sabía que el amo amaba profundamente a la Miko. Y en ese momento su corazón y su estado emocional era muy vulnerable, pasaba de la rabia a la ira. Y la única forma de desahogarse era derramando sangre. Las reglas del palacio y de Sesshomaru eran muy estrictas, si alguien cruzaba esa línea era lo suficiente para ser asesinado. El tiempo pasó, alrededor de dos años. Se acercaba el periodo de celo de Sesshomaru. Era el peor momento para todo el palacio. Era en ese periodo en que su carácter era muy voluble.

- Takeo... se acerca el periodo de celo del amo.
- Lo se Jaken. Es preocupante.
- Debemos hacer algo para que el alma del amo encuentre un poco de calma.
- Haz pensado que quizás una concubina podría ser útil?
- Estás loco?... quieres que me mate y que después mate a todas las concubinas.
Es preocupante su situación... cuando la Miko estaba aquí su sed de sangre se había calmado. El amo ya no es el mismo... decía Jaken con un gesto apesarado.

Sesshomaru no muy lejos de ahí había escuchado todo. Realmente, el cambio que había dado no era bueno. Estaba consciente que en su periodo de celo era un periodo terrible. Durante ese periodo en el pasado había llevado a cabo matanzas, ganado guerras, asesinado por placer. Sus opciones eran sólo dos. O apagaba sus deseos carnales o matar sin piedad. Pero el no quería estar con ninguna otra mujer que no fuese Kagome. Pasó horas o quizás días combatiendo con ese pensamiento.
Al final tomó una decisión. Ambas eran difíciles.

ERES MI MUJERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora