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La boda de Rin y Taiki se llevó a cabo un mes después de su compromiso. La joven humana fue marcada por su marido el Yokai Taiki, pasando por la transición de humana a mitad Yokai. También cambió su aspecto físico. Ya no tenía su cabello despeinado como solía tenerlo cuando aún era una humana. Su cabello ahora era lascio y de un color castaño claro, al igual que sus ojos se habían vuelto del color de la miel. Kagome por otro lado quedó preñada dos veces más. La segunda tuvo cachorros gemelos, ambos heredaron el color de cabellos de su padre. Los ojos color chocolate de su madre, también la luna menguante de su clan y las típicas marcas del mismo. Uno asemejaba en personalidad a su padre, el otro a su madre. Sus nombres eran Eiji y Aiko. Su tercer parto fueron otros dos cachorros, una macho y una hembra. Haru y Gen. También una mezcla de sus dos padres. Haru tenía el color de cabello azabache de su madre y ojos dorados como su padre y Gen cabello color ceniza y ojos dorados todos con las mismas características de su clan. Sin mencionar que también eran criaturas con poderes místicos y de una singular belleza.
Rin también se convirtió en madre de tres cachorros. Como era evidente, ella no tenía problemas para concebir como le hacía creer su primer esposo maltratándola.

Los siglos pasaron, Sesshomaru y Kagome seguían tan enamorados como al inicio. De hecho su amor se hacía más fuerte con el pasar de los años. Todo había cambiado, el Sengoku ahora era Tokio. La era de las guerras entre demonios y humanos había acabado. Todos los amigos de Kagome habían muerto. Ella cumplió con su palabra. Los cuidó hasta el último día. Tuvo que pasar por ese dolor pero ella había hecho sus elecciones. Inuyasha se había convertido en su protector después de Sesshomaru. Habían formado un fuerte lazo a través de los años casi como dos hermanos. Su momento había llegado, a sus casi 800 años pasaba sus últimos días bajo los cuidados de Kagome en el palacio del Oeste.

- Kagome... he vivido una vida plena... amé, tuve hijos y tú siempre estuviste en mi vida. Eso significó mucho para mi. Tengo que confesarte algo: un día te amé a ti también. Pero era solo un joven tonto, sin embargo me hace muy feliz  que haya sido con Sesshomaru con quien compartieras tu vida. Si algún día vuelvo a nacer, espero poder encontrarte de nuevo, y al estirado de Sesshomaru, aunque el no lo demuestre ni yo tampoco se lo demostré pero siempre lo admiré y lo quise. Quizás en mi próxima vida ya no pronunciarás más abajos... dijo con una débil sonrisa en sus labios.
Kagome sabía que esa era una despedida. Inuyasha y Kagome estaban cogidos de las manos. Poco a poco la luz que había en sus ojos dorados se iba apagando. Kyomi y sus hermanos estaban presentes para darle el último adiós. Sentía como el dolor consumía su corazón.
- Juntemos nuestras manos... sugirió la primogénita de los Taisho... De prisa! Hay algo que quiero intentar.

Kyomi combinó su reiki con su youki manifestando su poder místico.
- Necesito de sus poderes... sus hermanos habían heredado los poderes que Sesshomaru absorbió de Takemikazuchi y los de su madre. Combinándolos intentaría donarle la inmortalidad a su tío. Kagome observaba sin entender lo que hacían. Los cinco jóvenes hicieron un círculo alrededor del Hanyo, sus poderes comenzaron a manifestarse creando una luz blanca cegadora.
- Madre! Habló Kyomi. Atraviesa el corazón del tío Inuyasha!
- Kyomi acaso estás loca? Gritó Kagome.
- Hazlo, no hay tiempo que perder! De todas formas morirá. Confía en mí.
Kagome no muy segura hizo como su hija le pidió. Atravesó el corazón de Inuyasha quitándole la vida de golpe. Antes que los esbirros del mas allá se hicieran presentes Kyomi se soltó de sus hermanos manipulando una gran bola de poder y energía que introdujo en el pecho de su tío.

El Hanyo arqueó su espalda. La luz comenzó a esparcirse por su cuerpo, de su pecho comenzó a salir una luz blanca cegadora, así como de su boca y sus ojos. El cuerpo del hanyo se tensó hasta que toda la luz lo envolvió y poco a poco se fue disipando.
Sesshomaru al sentir toda esa energía demoníaca corrió y cuando llegó no podía dar crédito a lo que sus ojos veían.
Inuyasha tenía un gesto pacífico en su rostro. Poco a poco se regeneró volviendo a tener el aspecto fresco de una vez. Sus orejas dejaron de ser de perro convirtiéndose en puntiagudas. En sus mejillas se formaron las típicas marcas del clan de su padre junto a la luna menguante, pero la suya era azul. Poco a poco abrió los ojos. Habían recuperado su brillo; miró a su alrededor.
- Ya me morí? Estoy en el más allá?
- Eres un idiota... dijo Sesshomaru... Estas mas vivo que antes y sigues en el más acá.
- Tío... bienvenido de regreso!
- Qué quieren decir?... Kagome estaba asombrada y al mismo tiempo lloraba.

ERES MI MUJERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora