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La pareja se besaba muy tiernamente. Porque más que deseo era demostrarse que existía el sentimiento.  Sesshomaru estaba en el séptimo cielo. Kagome por su lado había disfrutado de ese momento que pertenecía solo a ellos. Se sentía tan conectada a aquel Yokai. Pero fueron  interrumpidos. Alguien tocó a la puerta. Sesshomaru vio la puerta de reojo.
Kagome se separó de él.

- Adelante.
Sesshomaru no había cambiado su expresión sería.
- Señorita Kagome he traído alimentos para usted. Debe reponerse, seguro está muy débil.
- Débil?... preguntó Kagome.
Reiko miró rápidamente a su amo, no quería ser ella la que tuviese que contarle lo que había sucedido. Consideraba que era algo de ellos dos.
- Ehm... tengo que volver a la cocina, si necesita algo más hágame saber.
Hizo una reverencia y salió de la habitación.

- Debes alimentarte... mientras le acarició la mejilla con ternura.
- A qué se refería Reiko con que estoy débil?
- No lo recuerdas?
Kagome negó con la cabeza.

Sesshomaru hizo una pausa....
Te desmayaste mientras tratabas de curar mis heridas.
- Si, ahora lo recuerdo pero... qué fue lo que te sucedió?
- No fue nada solo un enfrentamiento.
Luego Kagome recordó como dejó caer su muro al encontrarlo en esas condiciones.
No sabía si estaba arrepentida pero odiaba sentirse tan vulnerable ante Sesshomaru, sentía que la tenía en la palma de su mano. Ya no podía negarse a sí misma lo que sentía por el pero, no quería demostrárselo, no aún, aunque la otra noche ella sola se puso en evidencia.  Además, se había dejado llevar demasiado rápido.

Kagome adoptó un gesto serio que no pasó desapercibido por el Yokai.
- Necesito estar un poco a solas.
El semblante de Sesshomaru se volvió aún más duro.
- Me estás rechazando de nuevo?
- Solo quiero estar un poco a solas, me duele un poco la cabeza.

El Yokai estaba muy enojado, no comprendía la actitud de su compañera.  A él no le gustaba ese juego del gato y el ratón. Primero lo reconocía como su marido, sin mencionar lo que pasó la otra noche y el beso que acababan de darse, ese beso que significó mucho para el.  Esta vez no tuvo que robárselo. Pero ahora quería estar sola? Cuando lo único que el quería era estar a su lado y llenarse del aroma de su piel, degustar el sabor de sus besos. Que lo acariciara con sus manos aterciopeladas.

- Como quieras! Dijo mientras apretaba la gema dentro de su bolsillo.... Dio la vuelta y se marchó.
Pero luego lo penso bien y regreso a la habitación de la azabache.
- No! No me iré. Dime Kagome... a qué juegas?

La joven mujer estaba sentada sobre el futon, ambas manos estaban apoyadas a los lados y sus hombros encogidos, la expresión que tenía en sus rostro era de alguien que acababa de ser sorprendido.

- Yo solo tengo dolor de cabeza...
- Mientes... lo que dijiste e hiciste la otra noche me hizo creer otra cosa. Y qué hay del beso de hace un momento?
Porqué me alejas de ti.

Kagome guardó silencio un momento. Se sentía vulnerable, sentía deseos de llorar. Pero no lo haría. Tenía que ser fuerte. Así que no pudo seguir guardando silencio.

- Tu... eres despiadado, desprecias los humanos. Lo tuyo es solo un capricho.  Mi vida humana es muy corta. No puedo permitirme tener sentimientos por ti, terminaré herida y sufriendo. Tú tienes la eternidad para enamorarte de alguien como tú, de alguien que esté a tu lado por siempre, alguien digna de ti. Cuando yo comience a envejecer me aborrecerás o cuando te aburras de mi y de mis debilidades humanas me desecharás. Y sufriré por el resto de los pocos años que me queden por vivir.

~ Entonces de eso se trata, pensó el Yokai... es miedo. Miedo a no ser amada, a no ser correspondida. Maldito Inuyasha, esto es lo que conseguiste.
- No seas cobarde! Dile lo que sientes por ella.
- Yako, no empieces. Cada vez que te escucho termino por hacer una estupidez.
~ Tu mismo lo has dicho, ella tiene miedo. Tú mismo puedes darle la seguridad que necesita, solo tienes que abrir ese frío corazón!
- Cállate Yako! No es el momento.

ERES MI MUJERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora