36

796 82 2
                                    

Los amigos de Kagome veían toda la escena. Era la primera vez que Sesshomaru se dejaba ver desde la batalla, después de casi cuatro años. La escena era conmovedora. Era algo tan dulce. Pero al parecer Kagome no estaba muy feliz con lo que estaba sucediendo.

- Sesshomaru qué quieres decir con vamos a casa?
- Exactamente lo que esas palabras quieren decir, vamos a casa.
- No iré a ningún lado contigo.
- Como quieras, puedes quedarte, pero Kyomi vendrá conmigo.
- Sesshomaru devuélveme a mi hija.
Sesshomaru se detuvo en seco y se dio la vuelta. - También es mi hija!
- Pero si acabas de verla y ya te sientes el padre del año?
- No es culpa de ninguno de los dos que no lo supiéramos. Pequeña, quieres volver con mamá o quieres que vayamos a casa?
- Quiero que vayamos a casa, además tengo sueño... decía la encantadora niña bostezando.
- Ella quiere que vayamos a casa mujer, y es ahí donde iremos.

Kagome estaba furiosa. Pero no podía negarse. Su hija había pasado por demasiadas cosas ese día, no quería someterla a más estrés del que había tenido.
- Chicos... volveré a penas pueda.
- No te preocupes Kagome, arregla tus problemas familiares dijo Inuyasha.
Solo se escuchó un ABAJO!!!
Pero qué dije?... exclamó Inuyasha desde el suelo.
Kagome comenzó a seguir al Yokai.
- Ven!... le dijo el Yokai extendiéndole su mano.
Kagome miró su mano y con rabia miró hacia otro lado. Sesshomaru estaba demasiado feliz. No podía enojarse con ella. Ese día había recuperado a su mujer, y no solo... también llegó con sorpresa. Tenía una hija, al parecer con un carácter muy fuerte. Su vida había vuelto a tomar sentido. Ahora se sentía completo.
El Yokai le sonrió y siguió caminando. Era la primera vez que sonreía desde que ella se fue.
- Si así lo prefieres caminaremos. Con su estola cubrió a su pequeña hija del frío.

~ Mierda! Había olvidado lo hermosa que era su sonrisa. Kagome hazlo por tu hija... acepta... volando llegaremos en unos instantes. Caminando podría tomarnos incluso días.

- Está bien. Pero solo acepto por Kyomi... no quiero que pase frío... el Yokai le extendió su mano y la tomó por la cintura, se elevó en el aire y se convirtió en una esfera de luz... en unos instantes había llegado a su palacio.
Los guardias lo recibieron y al ver a su amo y a su señora se arrodillaron en señal de respeto.
* amo, mi señora... sea usted bienvenida. Su presencia llena de alegría a sus siervos.
Por donde sea que pasaban los sirvientes se postraban ante la presencia de Kagome. En el aire se podía sentir la felicidad.
Finalmente la desolación terminaría, el invierno eterno acabaría y su amo... volvería a a ser el de antes.

- Narumi! Llamó Sesshomaru... cuando Narumi se presentó se llevó las manos al pecho, en su cara se dibujó un gesto de asombro. De inmediato cayó de rodillas y se postró a los pies de Kagome.
- Mi señora! Ha vuelto... ha vuelto mi señora... sea usted bienvenida a su hogar.
- Narumi... quiero que preparen una habitación extra para mi pequeña hija. Sesshomaru removió su estola mostrando a la pequeña niña que dormía entre sus brazos. Por esta noche dormirá conmigo... dijo el Yokai.

Kagome no pudo ocultar su molestia. - Qué pretendes Sesshomaru? Apoderarte de mi hija?
- Kagome... no seas infantil. Me perdí cuatro años de ella, ahora no quiero separarme ni un segundo de su lado? Crees que no tengo el derecho?
- No lo tienes... tú... no tienes perdón...
- Mañana hablaremos con calma, si así lo deseas. Por ahora descansa, estás en tu casa. Y puedes dormir donde prefieras, en tu habitación o la mía.
Kagome resopló y se fue a su habitación dando fuertes pisadas.
Sesshomaru entró a su habitación y recostó a su pequeña hija sobre su futón cubriéndola con su estola. Se sentó junto a ella y se detuvo a observarla. Con una de sus garras apartó el cabello de su rostro. Sus orejas eran puntiagudas como las suyas, tenía las mismas marcas que el. La boca era la de su madre y sus mejillas coloradas también. Acarició su media luna y de paso acarició su cabeza.

ERES MI MUJERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora