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500 años en el pasado.
Jaken estaba muy preocupado por su amo... pero temía de acercarse a él y hacer preguntas estúpidas. Pero era al único al que toleraba un poco, por lo que se armó de valor y entró en el salón de reuniones. Todo estaba oscuro, caminó lentamente aferrándose a su bastón hasta que llegó al trono que ahora se encontraba vacío, había una ventana por donde entraba un poco de luz. Y ahí están el lord... sentado junto a la ventana, observando la nieve  caer. Eran tres años que la nieve caía sin cesar cada día. Jaken aún seguía con temor pero había decidido que si ese día tenía que morir, lo haría.

- Amo... pero no hubo respuesta.
Se que me escucha, si quiere acabar conmigo está bien... Jaken se postró en el suelo en señal de respeto... Usted puede hacer con mi vida como prefiera. Desde el día que decidí seguirlo ese día usted se convirtió en mi dueño y señor. Pero... han pasado tres años amo, usted...-hizo una pausa... usted ya no es el mismo.
Sesshomaru escuchó atentamente las palabras de Jaken. Todo era cierto. Ya no era el mismo. Sin su Kagome ya no era el mismo.

- A donde quieres llegar Jaken? Su voz era sombría.
- He pensado en algo.  Conozco la razón de su dolor. Pero pienso que podría funcionar.
Sesshomaru levantó una ceja y volteó a ver a Jaken.
- Goshimboku amo... la Miko dijo en muchas ocasiones que Goshimboku aún vive en su época. Goshimboku es un árbol espiritual. Une los dos mundos.

500 años en el futuro....
Los días y los meses pasaron para Kagome y su hija.  Sobra decir que aparte de su belleza Kyomi era un niña extremadamente inteligente. Era obstinada como su madre, jamás perdía la calma. A veces sonreía, no siempre.  Era tan seria como su padre. Su mirada era profunda e inquisidora. Era muy observadora y a su corta edad tenía la madurez que otros niños a su edad alcanzaban a los veinti tantos años.

- Kyomi, ven a comer... dentro de un rato tengo que llevarte a la escuela.
Una pequeña de tres años de edad bajaba por las escaleras, una larga cabellera blanca ondeaba con cada paso.
- Porque tengo que vestirme de rosado?
- Porque no siempre puedes vestirte de negro cariño, además eres muy linda y el rosado te queda muy bien, decía Kagome mientras pellizcaba sus mejillas.
- Quieres dejar de tratarme como una mascota? Sabes que no me gusta que pellizques mis mejillas.
Las cejas de Kagome hicieron una línea recta.
~ Es identica a su padre. Pensó para sí misma.
- No quiero ir a la escuela.
- Cariño... ya hemos hablado de esto muchas veces.  Debes hacerlo, necesitas instruirte, así cuando estés grande podrás ser lo que más te guste. Como: una doctora, una veterinaria, una maestra... qué se yo!

Yo no quiero ser nada de eso... yo quiero ser una guerrera y poder usar mis poderes.

- Kyomi... No! Te he explicado muchas veces que tus poderes no son naturales. Nadie en nuestro mundo posee los poderes que tú y yo tenemos.
- Entonces podrías explicarme de donde vienen nuestros poderes? Al menos con una explicación plausible podría entender un poco más... y dijo haciendo comillas con sus dedos... "tus poderes no son naturales, no son de este mundo".
Kagome se detuvo de hacer lo que hacía. Porqué Kyomi era tan sagaz? A veces la ponía entre la espada y la pared. Pero sino le daba alguna respuesta no dejaría de preguntar lo mismo cada vez.
- Está bien.... te lo diré pero recuerda que...
- No debo decirle a nadie porque nadie me creería y me tomarían como una niña con problemas de percepción alterada y con trastornos mentales enviándome con un loquero... dijo la pequeña rodando los ojos, harta de escuchar lo mismo.
- Ok... ~ No puedo con esta niña! Pensó Kagome... - Hace muchos muchos pero muchos años, para ser más precisa alrededor de 510 años en la era feudal, existió una sacerdotisa llamada Kikyo, era muy poderosa. Poseía poderes sagrados como los tuyos y los míos. Era tan potente que un demonio poderoso se fijó en ella. ~ Mierda! Tendré que improvisar un poco, sino no parará de hacer preguntas.

ERES MI MUJERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora