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Advertencia aquí van a echar mucha pasión... lenguaje sexual explícito solo para mayores de 18 años. Si eres menor de edad se recomienda discreción y evitar. No me hago responsable de lo que ustedes lee .


Esa noche Kagome fue a darse un baño en las aguas termales. Sesshomaru llego a donde estaba. Se desvistió y entró en el agua junto a ella. Kagome se puso nerviosa. La última vez que estuvieron de manera íntima había sido siete años atrás. Sus mejillas se pusieron rojas y desvió su mirada.
- Quieres compañía? Acercándose a ella y tomándola por la cintura. Ella se cubría sus pechos con sus brazos. Su voz era seductora y ronca.
- No te cubras le dijo suavemente. El se sentó en una de las gradas que estaban bajo el agua y la atrajo hacia el. La tomó de sus piernas y la sentó a horcajadas sobre el. Sesshomaru era hermoso, no había imperfección en él aunque su rostro reflejara indiferencia o frialdad. Se abrazó a su cintura y recostó su cabeza sobre el pecho de su mujer y continuó abrazándola con fuerza. Ella se abrazó a su cuello. Necesitaban ese acercamiento. Cuánto tiempo había pasado desde la ultima vez que la tuvo así de cerca! Había pasado demasiado tiempo desde la ultima vez que sintió su piel, su calor, los latidos de su corazón. Ella se metió por debajo de su piel, estaba en sus sentidos, en su mente y su corazón. Quería quedarse así por siempre.

Él soltó su agarre y con una de sus manos acarició su rostro.
- Eres perfecta... haciendo que se ruborizara. Ella a su vez pasó su mano por sus cabellos, haciendo que él cerrara sus ojos, disfrutando de sus caricias. El la abrazó y subió sus manos por su espalda hasta llegar a sus hombros desde atrás y se acercó a sus labios. Sus labios quedaron pegados a los de Kagome, se despegó de ellos y pegó su frente a la de ella mientras cerraba sus ojos.
- Te amo Kagome... no dejé de hacerlo en ningún momento. Todo acaba de recobrar sentido para mi. Y la beso nuevamente. Los labios perfectos de Sesshomaru se unieron a los labios de su mujer, la besaba con calidez, lentamente, de forma romántica, luego su beso pasó a ser sensual. Acariciaba su espalda con sus fuertes manos, luego bajaba a su cintura y la apretaba. Kagome estaba disfrutando ese momento. No había olvidado que Sesshomaru besaba deliciosamente. El Yokai saboreaba su boca, amaba el sabor de su boca. Ella le correspondía. Mientras el la besaba y la abrazaba ella tomó su rostro entre sus manos y continuó besándolo, acariciando sus marcas haciendo suspirar al Yokai. Él deslizó sus manos por su espalda y se aferró a sus caderas apretándolas.

El se despegó y la miró con sus ojos dorados llenos de pasión. Los labios de Kagome estaban teñidos de un rojo intenso así como sus mejillas, ella miró sus labios pero su mirada se desvió a sus ojos. El la veía con intensidad, ella lo miró de la misma forma, sosteniéndole la mirada y transmitiéndole lo que sentía en ese momento.
- Te haré mía esta noche, toda la noche.
Ella lo miró y se abalanzó aferrándose a su boca con pasión, succionando su labios y saboreando con su lengua el interior de su boca. El apretó sus caderas al sentir la pasión de su mujer. Ella dejó la timidez en ese momento. Había pasado demasiado tiempo desde la ultima vez que estuvieron así, como para ser tímida. Ella lo deseaba con todo su ser.
Sesshomaru deslizó sus manos hasta sus nalgas, con sus manos las apretaba y las acariciaba, ella dejó escapar un sensual gemido.

Sesshomaru bajó hasta su cuello y comenzó a lamerlo y a succionarlo con suavidad. Luego se desplazó hasta su oreja e hizo lo mismo arrancándole gemidos y jadeos.
- No sabes cuánto deseaba escuchar tus gemidos! Ella se alejó y lo miró con lujuria, lo cogió de sus cabellos y tiró su cabeza hacia atrás lamiendo su cuello hasta llegar a su boca.
Eso fue lo que detonó la lujuria del Yokai. Se puso de pie mientras ella rodeaba su cuerpo con sus piernas. El se aferró de sus nalgas y la sentó en el borde. Ella seguía rodeando su cuerpo con sus piernas. Ella colocó sus manos hacia atrás y las apoyó en el suelo. Sesshomaru atrapó cada uno de sus pechos con sus manos. Dándole suaves apretones, masajeándolos y acariciándolos mientras aún la besaba. Bajó hasta uno de sus pechos succionando sus pezones, castigándolos con su lengua y atrapándolos entre sus dientes. Los humedecía y se alejaba de ellos dejando un hilo de saliva que pendía entre su lengua y su pezon, para volver a succionar y lamer con lujuria.

ERES MI MUJERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora