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Advertencia: este capítulo contiene descripciones gráficas de tipo sexual. leen bajo su propia responsabilidad. Si nunca han leído historias con contenido erotico explícito se les recomienda discreción más si son menores de edad.


- Dónde está el elixir?... puedo verlo?
Sesshomaru sacó el pequeño frasco de su bolsillo. Estaba dentro de una pequeña botella de vidrio, parecía humo, su color era violeta y brillaba.

Kagome abrió sus ojos y un poco su boca.
- Me estás diciendo que en este frasco se encuentra la inmortalidad?
- También conocido como la esencia de la vida.
Te prometo que hallaremos las respuestas a todas tus preguntas y temores.
El Yokai se alejó para ponerlo nuevamente en un lugar seguro.
- Qué sucede sino hay respuestas?
Sesshomaru se detuvo dándole la espalda a Kagome y se quedó en silencio. Pero habló finalmente.
- Todo veneno tiene su antídoto, también para cada pregunta hay una respuesta. Debemos solo buscar. Tomar el elixir podrá tener alguna consecuencia. Quizás sea lo que mencionaste anteriormente. Tendrás que ver morir a tus seres queridos y amigos. Pero sino lo tomas, seré yo al que le tocará verte morir. No una vez, sino que en cada una de tus vidas futuras te buscaré y la historia se repetirá por siempre.
- Creo que no importa de qué lado estés, terminas sufriendo de alguna forma. Si eres mortal de igual forma verás a otros morir. Lo mismo si eres inmortal... replicó Kagome.

- Ven, vamos a dormir...dijo la chica.
- No quiero dormir... contestó el Yokai mientras tenía su mirada clavada en sus labios.
Kagome supo que eso podía significar una sola cosa. Ella había visto muchas novelas y películas, cuando las parejas peleaban terminaban en la cama reconciliándose.
Y ellos habían tenido su primera discusión. También habían pasado varios días de la última vez que durmieron juntos o que se dieron un beso. Y Sesshomaru estaba hambriento de su mujer, sus ojos pasaban del dorado al rojo.

Kagome se sonrojó demasiado que ni en la penumbra podía ocultarlo.
- Porqué te sonrojas de repente?... mientras se acercaba a ella peligrosamente.
Ella dio un paso hacia atrás pero chocó contra la pared.
- Yo... pero no terminó de hablar cuando Sesshomaru se aferró a su boca presionando su cuerpo contra el de ella. Sin perder tiempo ella le correspondió besándolo con necesidad. Había extrañado sus besos, su aliento, su presencia.
Se separaron un momento para tomar oxígeno.
- Te extrañé... le dijo ella con una voz seductora.
- Cuánto?... preguntó Sesshomaru
- Tanto!
Entonces el Yokai comenzó a besarla de nuevo con pasión alzándola del suelo, a lo que ella rodeó su cuerpo con sus piernas. Ya no podía resistirse un momento más. Lo quería, lo deseaba. Estar alejada de él había sido una tortura.

Sesshomaru caminó hasta el futón donde la acostó suavemente . Esta vez se quedó sobre ella. Se apoyó sobre sus rodillas y soltó el lazo de su yukata, removiéndola de los lados dejando a la vista y merced de el sus atributos. Ella se cubrió con un poco de vergüenza.
- Porqué te cubres?
- Es que... tengo un poco de miedo....es mi primera vez y...
- Shhhh... Sesshomaru se colocó sobre su cuerpo y estampó sus labios sobre los de ella.
- Si quieres que nos detengamos, dímelo.
- No... no te detengas, quiero hacerlo; estoy lista.
- Te prometo que tendré cuidado.
El Yokai comenzó con su ritual de besos y caricias. Kagome recorría sus manos por su sedosa cabellera; ella lo imitó y metió sus manos dentro de su yukata removiéndola hasta dejar su parte superior descubierta, después de lo cual comenzó a acariciar sus hombros y espalda. Sesshomaru jugaba con sus pechos, lamiendo y succionando sus pezones, y algunas veces atrapándolos entre sus colmillos sometiendolos a una tortura de placer. La mujer jadeaba y en ocasiones dejaba escapar sensuales gemidos. Sesshomaru siguió con su recorrido hasta el vientre de Kagome. Ella apretó sus piernas pero Sesshomaru gruñó.

Con cuidado de no dañarla con sus garras separó sus piernas, tomando una de ellas y dándole besos hasta quedar cerca de esa parte que ella había cuidado con mucho celo. Nunca antes nadie se había atrevido a tanto y ella jamás le había permitido a nadie llegar tan lejos. Sus mejillas estaban encendidas, su frente y cuello estaban sudados. Sus cuerpos habían hecho alzar la temperatura de la habitación. Sesshomaru retiró el fundoshi; instintivamente ella cerró sus piernas , era la primera vez que sentía tan vulnerable.

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