Las palabras sobran cuando el deseo arde.
Yo soy Tabú.
Soy aquello que está mal... el deseo sediento de más.
Yo soy insaciable.
Y aquí estoy, invitándote a pecar.
¿Lo dejarás pasar?
ADVERTENCIA:
Esta novela trata temas, escenas y contenido para un p...
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[Maratón 2/?]
"Un perro callejero..."
¿Qué se supone que hago aquí?
Cuestione en mi mente una décima vez frente las escaleras de aquella casa de alto coste que tan bien reconocía por las veces que me había visto obligada a adentrarme en ella.
Esto no era una buena idea... mirase como lo mirase.
¿Qué se supone que diría?
Solté una bocanada de aire antes de darme valor y subir los cortos peldaños que daban hacia la entrada de pórtico oscuro.
Toque el timbre una única vez y me quede esperando lo necesario, quizás si me daban el margen de tiempo requerido mis neuronas funcionasen como deberían y saldría corriendo, pero con la misma mala suerte que parecía estar protagonizando mi vida desde mi regreso a la oficina, la puerta fue abierta por quien bien conocía como Aubrey, su ama de llaves.
La mujer frunció el ceño al verme.
Quizás por la hora que era o porque sabría ya que no trabajaba para la señora Graham, una de dos.
— Señorita Wilson...
— Señora Williams... Puede decirle a la señora Graham que estoy aquí...
Pedí con la torpeza suficiente como para darme repelús yo misma.
— Puedo esperar fuera... — Indique en un nulo intento de alivianar la incomodidad de la mujer tras la puerta, esa que mantenía casi como escudo protector ante la posibilidad de tener que cerrarla de golpe por alguna posible reacción de locura en mí. — Si no desea verme no insistiré y me marcharé...
¿Qué se supone estoy haciendo? Más que lastima doy asco.
— La señora no se encuentra bien...
— Déjala pasar Aubrey.
La mujer miro a sus espaldas, al ángulo que no veía por mantener la puerta ligeramente cerrada.
No reconocí la voz, pero por la reacción de Aubrey el individuo debía ser alguien de autoridad como para facilitarme el acceso.
Me adentre a la casa tras la señora Williams darme paso y mientras esta cerraba la puerta a mi espalda, mi vista se posó en un hombre de constitución firme y alta estatura. Su físico, su postura, el aura que en si emanaba solo me instaban a evocar la forma constantemente representativa de personajes como Rhett Butler* o el Sr. Darcy*.