SAGA TABÚ 1 : INSACIABLE [+21]

DIECISIETE

[WEEKENDSTON 8/?]

[Contenido +18]

"La historia que nunca termina"

En cuanto nuestras bocas se separaron fui consciente de mis actos, de lo que había desatado, como si los hilos de aquello que me había poseído por ese instante se hubieran aflojado, brindándome el desconcierto que brillaba en mi al caer en lo cometido.

El agarre de Gratia en mí nunca no se aflojó aun cuando la angustia y el pudor se apropiaban de mi rostro, una vez contemple como sus ojos volvían a abrirse, enfocándome con la dureza ardiente que hacía vibrar todo mi ser.

Era consciente aún de la mano que afirmaba posesivamente su agarre en una de mis nalgas y el cómo su fragancia me embriagaba al punto de dejarme arrastrar nuevamente por mis deseos.

Por aquello que necesitaba.

Su nariz rozó por un breve segundo la mía, al inclinar ligeramente su cabeza hacia delante como buscando aquellas reacciones de las que era consciente, ella tan bien sabía era capaz de provocarme.

Aún a pesar de la vergüenza que recorría mi sistema, quería permanecer ahí, con sus manos firmemente sobre mí, con mi cuerpo sobre el suyo y nuestros rostros a tan poca distancia, sin importar nuestro respirar abrumado ante aquella llama que habíamos avivado.

— Esto está yendo mucho más rápido de lo que esperaba...

Su voz duramente aterciopelada acaricio en un suspiro mis labios entreabiertos, arrastrándome de nuevo a ese subir y bajar de ferviente deseo.

Los dedos que afirmaban el agarre en mi nuca se suavizaron lo preciso como para brindar una caricia, sumergiendo sus falanges en mi cabello y por un instante mi núcleo palpitó ante el recuerdo de la brusquedad con la que me había agarrado aquella vez donde todo había iniciado.

— Gratia...

Susurre sin certeza de saber que pretendía expresarle.

Sin siquiera darme cuenta hasta el momento en que sus intensos ojos volvieron a enfocar los míos, habiéndose distraído brevemente en mi boca deseosa de más de sus labios, que esa había sido la primera vez en llamarla por su nombre.

El calor abrumó con orgullo mis mejillas y por un segundo creí ver una pequeña sonrisa asomarse en el brillo de su mirada, pero fue tan breve que creí haberlo imaginado.

— Dime, cachorrita...

Cachorrita.

Un hormigueo recorrió mi cuerpo bombardeando repentinamente mi sistema, como si nunca hubiera estado preparada para escuchar el ronronear ronco en el que su voz pronuncio aquel apodo.