SAGA TABÚ 1 : INSACIABLE [+21]

TREINTA Y SEIS

[10/09/2022]

[SIN EDITAR]

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[CONTENIDO +18]

"Una probadita de delicioso pecado" PARTE 4

Un liquido frío y ligeramente espeso se escurrió entre mis pliegues, cubriendo morbosamente gran parte de mi sexo, haciéndome estremecer ante la repentina sensación de su tacto ligeramente cremoso por sobre mi parte más sensible y candente.

Gratia había retomado su lugar entre mis piernas, acomodándose como quien se prepara para devorar un suntuoso banquete.

Había cerrado mis parpados, necesitando buscar la calma que mi frenético corazón necesitaba y por ende, haciéndome disfrutar mucho más de las acciones que Gratia realizaba sobre mí.

Cuando Gratia se sintió lo suficientemente satisfecha con el abundante chorro de lubricante vertido sobre mi sexo, sus manos no tardaron en ocuparse de expandirlo aún más por sobre mi palpitante núcleo.

Me retorcí expulsando un jadeo ante el juguetear impuro de sus dedos entre mis pliegues, asegurándose de empaparme debidamente y creando así la sintonía obscena que el lubricante más sus habilidosas manos y mi cremosa piel lampiña - por los sobre cuidados que desde que cumplí los 17, mi madre me había empujado a realizar- producían.

Mis caderas deseaban moverse, rebuscar hacer mucho más intenso y constante aquellas caricias retorcidas que ocasionalmente sacudían mi hinchado clítoris, sin llegar nunca a satisfacerlo como realmente deseaba ser atendido. Pero la postura que me mantenía firme contra aquella almohada y sobre la cama, por las ataduras que ella misma había asegurado en mi, anulaban cualquier posibilidad tanto de rehuir de su tacto, como de buscarlo.

Un gemido se empujo sorpresivamente de entre mis labios.

Mis paredes apretaron apremiantemente los dedos que Gratia había empujado repentinamente en mí, causando que una corriente se impulsara por todo mi cuerpo.

Ella apenas los movía en una lentitud casi perezosa.

Me estaba desquiciando...

Un grito repentino rompió mi propia agonía, un grito que no pude controlar ante el abrupto impacto de una dura vibración marcándose contra mi clítoris, enterrándose entre la cremosidad de mi sexo y haciéndome perder por completo cualquier capacidad de raciocinio.

Mi boca permaneció entreabierta.

No existía pudor en mi, si quiera podía llegar a sentirme mal, avergonzada o abrumada.

Era como si las palabras hubieran dejado de tener sentido en mi cabeza.

Nunca creí que ese aparato que había visto ser usado en mis pequeños lapsus de necesitada información al sumergirme en la red, pudiera empujarte a tan brusco resultado, de entumecer tus pensamientos e inutilizar la unión de tu cabeza con tu boca.