SAGA TABÚ 1 : INSACIABLE [+21]

TREINTA Y CINCO

[10/09/2022]

[SIN EDITAR]

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"Una probadita de delicioso pecado" PARTE 3

Su mirada se clavó profundamente en mis ojos, como si buscara arrancar mi alma y arrastrarla de lleno al mismismo infierno.

Ella es el pecado... y yo quiero probarlo...

Probar el infierno al que está tan dispuesta a arrastrarme con ella.

— ¿Confías en mi cachorrita?

— Sí...— Susurre tragando el peso en mi garganta — Señora...

Una ladina sonrisa fue empujada en una de sus comisuras, una acción que duro apenas unos segundos.

— No sabes cuantas veces he fantaseado con esto...

Su voz baja, sedosamente erótica rozando y llenando plácidamente mis oídos mientras se retiraba lentamente, arrastrando su boca por sobre mi piel, explorando con besos el valle entre mis pechos hasta empujar su lengua en el interior de mi ombligo.

Me retorcí bajo su dominio, soltando sorpresivamente un gemido mientras era cautivada como un alma en pena por las profundas tinieblas del inframundo. Sus dedos se arrastraron, marcando posesivamente su deslizar por sobre la piel de mis muslos, como si deseara hacerme consciente de que en estos momentos le pertenecía, que podía hacer conmigo lo que quisiese.

Sentí su cabeza removerse y mordisquear sutilmente la carne de mi bajo vientre, prolongando el hormiguear que se incrustaba profundamente en mi núcleo.

— ...Si hubieras sido consciente de lo que provocaba tu respetuoso actuar a mi alrededor...— Resoplo contra la carne humedecida ante su propia saliva, retirándose sutilmente de sobre mía para retomar el perderse en lo que fuera hubiera traído consigo al colchón. En estos momentos me encontraba inconscientemente recuperando en bocanadas de aire el raciocinio que me borraba su actuar. — ...lo que tus "Señora Graham" ocasionaban en mi...

Me vi impulsando mi cabeza para intentar contemplarla, queriendo confirmar lo que sus propias palabras expresaban y lo conseguí al momento de toparme con un rápido vistazo de su parte, creando un mar de agitada tempestad en mi vientre y pecho.

La sonrisa amenazaba con ser expulsada de mis labios, pero cualquier atisbo de dicho acto se esfumo con las mismas al sentir como volvió a enfocar mis piernas y repentinamente hacerme consciente de algo frío y duro envolver cada uno de mis tobillos.

Mi sexo punzo con brusquedad ante el deseo ardiente que aquellas correas ajustadas me ocasionaban, prolongando así el rubor sobre mis mejillas.

—... Posiblemente lo hubieras usado como un arma, un arma que espero ahora te atrevas a utilizar libremente conmigo...