SAGA TABÚ 1 : INSACIABLE [+21]

DIECIOCHO

[WEEKENDSTON 9/?]

"Una cena de dos" 

Parte I

Dos golpecitos en mi mesa interrumpieron mi concentración de pasar aquel documento al ordenador, dejando en el aire mis dedos sobre el teclado para deslizar mi vista hacia esa encantadora sonrisa que motivaba a la mía a relucir.

Mis ojos se iluminaron sin siquiera haber sido consciente de lo mucho que lo había extrañado.

— Buenas tardes, cariño.

— Ezra... ¿Qué haces aquí? — Al caer en cuenta de mi absurda cuestión, pues Gratia, con quien mantenía esa extraña relación que aún no conocía por completo, amiga y cercana ocupaba el despacho que se encontraba cerrado por una videoconferencia privada. Mi sonrisa decayó sutilmente por la vergüenza instalándose en mis mejillas— Gratia está ocupada ahora mismo...

— Lo sé, vengo por ti.

El calor que se instaló en mi pecho sacudió mi corazón de tal forma que volvió a ganar peso la sonrisa sobre mis labios.

— Hoy sobre las ocho, pasaré por ti...

¿Cómo?

Ezra tuvo que ver mi rostro de confusión, puesto agrando su encantadora sonrisa y añadió.

— Creía Conrad te habría avisado... o Gratia... Esta noche tienes una cita conmigo.

El calor en mi pecho volvió a agrandarse, desde que me había "abierto" a Gratia el día anterior, me sentía como en una burbuja de ensueño.

Gratia seguía siendo la misma de siempre, distante, demandante, egocéntrica y cruel casi todo el tiempo, menos en esos pequeños acercamientos donde fingía tener que aproximarse más de lo necesario para terminar robándome un fugaz beso.

Sí, Gratia seguía siendo un vil demonio que me permitía en fugaces deslices, poder disfrutar de la calidez que poco a poco se estaba permitiendo ofrecerme.

Y ahora contando con la repentina aparición de Ezra en mi trabajo, algo propio de Conrad pero extraño en el moreno, me sentía embriagada por la genuina felicidad del momento.

— Estás tan radiante cariño.

Mis mejillas se ruborizaron ante su repentino alago.

Ventajas de haber tenido un increíble orgasmo el día anterior...

Aclaré mi garganta esperando que nunca existiera forma alguna de leer los pensamientos ajenos.

— ¿A las 8?