SAGA TABÚ 1 : INSACIABLE [+21]

DIECINUEVE

[WEEKENDSTON 10/10]

"Una cena de dos"

Parte II

Una sonrisa se forma en mi rostro al momento en el que Ezra rodea el coche y como todo un caballero, abre mi puerta para tenderme ayuda en bajar del auto.

Me siento como en esas películas tan inverosímiles que dudas puedan suceder en la vida real, por su cliché constante.

Él sin soltar mi mano -que se siente tan bien en el interior de la suya- le tiende las llaves de su coche al aparcacoches que ofrece el edificio de lujo al que nos dirigimos.

Su estructura es moderna en lo que puede definirse como "frívolamente urbana", pero con esos matices que te instan a desear adentrarse entre sus paredes para confirmar la calidad de su diseño y apreciar el conjunto del mobiliario o el arte que eligieron para combinar con su exterior.

Mis tacones resuenan sobre el juego de diversos mármoles pulidos que tienden de la gama perlada al intenso negro de vetas doradas y blancas, concretamente el camino que separa diversas zonas del amplio recibidor y en el cual se sumergen las bases de un diseño moderno y minimalista de la recepción, casi oculto entre el juego de paneles sobre las paredes oscuras que combinan a la perfección con el mismo mármol pulido negro de vetas doradas y blancas, proporcionando un juego visual que atrae la atención así como la "minimalista" decoración, donde los paneles que juegan en un movimiento visual sobre las diversas áreas del recibidor, crean la sintonía perfecta entre la elegancia, el lujo y el diseño que roza lo atrevido.

Nuestro caminar no se detiene, Ezra me guía en un paso sereno que me permite contemplar con admiración lo que me rodea, directamente al ascensor que a primera vista no se aprecia por la similitud óptica que han formado a conjunto de la recepción.

Las puertas del amplio cubículo se abren ofreciéndonos su interior sumergido en un dorado tibio, que extrañamente se siente acogedor.

En cuanto las puertas se cierran con nosotros dentro, una liviana melodía seduce nuestros oídos sin interrumpir cualquier posibilidad de una conversación en un tono calmo.

Mi mano sigue engullida por la firmeza de los dedos de Ezra, como si le gustara la cálida sensación que ese simple tacto comparte.

Lo diviso de reojo esperando que no hubiera notado mi ensimismamiento ante la belleza de este lugar, minutos atrás, pero me encuentro de lleno con sus ojos teñidos de ese brillo divertido que degusta la emoción que emano.

No estoy acostumbrada a tanto lujo a mi alrededor, ni a recibir la atención que ellos me están brindando, menos aún la consideración respetuosa que a pesar de los altibajos que hemos llegado a tener, están dispuestos a deslizar en mi dirección.