SAGA TABÚ 1 : INSACIABLE [+21]

DIEZ

[WEEKENDSTON 1/?]

"De champán, trajes de gala y personas extrañas" 

Parte II

¿Cómo se supone se reacciona a este tipo de situación?

¿Es muy infantil llevarme por mi instinto?... Ese de cubrir mis ojos y huir lejos como gallina sin cabeza.

Había huido de una situación incómoda para sumergirme sin preámbulo alguno en una mucho más... embarazosamente escandalosa.

Y no, no podía salir sin ser vista por mi afán desesperado de huir de otra situación algo más manejable, ante la forma brusca en la que me introduje en el cuarto de baño, como un toro bravo buscando una mejor salida.

La puerta cerrándose de golpe tras mía, a causa del impacto con el cual la abrí en su principio, resaltaron aún más mi evidente presencia a los dueños de aquel espectáculo que no había pedido presenciar. Como acto reflejo impulsado con cierta tardanza por hallarme aún reaccionando a lo que presenciaba, mi cuerpo dio un pequeño sobresalto y mi rostro rápidamente se cubrió en una oleada de vergonzoso calor.

Aquella mirada cargada de un peso tan dañino como un bloque entero de edificios a punto de derrumbarse sobre mí, instaron a mis pulmones a contraerse, enjaulando el aire que me correspondía expulsar en un intento inútil de hacerme lo menos notable posible.

Bonito el día en el que no nací siendo invisible...

Aún con la carga pesada de aquella frígida y densa mirada, aún cuando supliqué una y otra vez mentalmente a mi autocontrol con mantener los ojos lejos de lo que sabía encontraría más a bajo.

Me vi deslizando lentamente mi enfoque del rostro de aquella mujer para enfocar lo que me había hecho desear ser invisible.

Una escena que nunca creerías toparte en los aseos de un lugar como este, en un evento de tan alto prestigio.

Mi rostro ardió como cuando abría el horno aún caliente y un soplar de vaho me hacia maldecir por mi torpeza, casi perdiendo las cejas en el acto.

El hombre entre sus piernas ni cayó en mi presencia, él seguía enterrado entre estas, creando un desastre con la falda larga y suntuosa del vestido de aquella desconocida, que mantenía por encima de sus muslos para así poder devorarla con mayores ansias, como si viviera de eso, como si la necesitara para saciar su hambre o subsistir como el oxígeno.

Una escena tan propia de alguna novela erótica, donde yo ejercía el papel de intrusa que debería haber reaccionado como cualquier otra persona.

Alzar la voz con gritos de horror y salir corriendo del lugar del crimen.