SAGA TABÚ 1 : INSACIABLE [+21]

TRECE

[WEEKENDSTON 4/?]

"Disfrutando la fragancia que destilas."

A falta de agua a mano en la barra predispuesta del catering, ya llevo mi segunda copa.

O al menos eso pretendo.

Sé que el alcohol y yo no somos muy buenos aliados, pero necesito bajar el nudo que presiona cada vez más fuerte mi garganta, ese que comienza a extenderse por mi pecho hasta hacer retorcer mis entrañas.

¿Por qué las cosas no pueden ser más sencillas?

Yo solo quería un trabajo estable, que me distrajera lo suficiente como para no pensar en lo mucho que he desperdiciado mi tiempo, mis años.

Tengo veintidós años y hasta hace unos días no había sentido mi corazón aletear a tal intensidad que desde que los problemas empezaron a venir uno tras uno.

"Ella siempre causa ese efecto... Es capaz de drenarte hasta la última gota de cordura... Siempre sobrepasando los límites, siempre hambrienta de más..."

Se equivoca señor Gross, no es Ella, es un Ellos, involucrándola también, pero no siendo la única culpable de que ahora me esté bebiendo esta copa de champán como si fuera agua.

Le tiendo la copa recién vaciada al joven del catering que me contempla con cierta alarma.

¿Quién no lo haría teniendo una posible candidata borracha que nada más alcanzar la barra de las bebidas a vaciado de un trago dos copas?

Mis dedos se dirigen a la siguiente copa.

A estas alturas mi nula intolerancia al alcohol me priva de tan siquiera reparar en las miradas que pueda obtener por mi repentino sediento ser.

— Okey... tranquila fiera.

Una delicada mano bronceada me quita la copa que dirigía directamente hacia mis labios.

Con mi ceño fruncido reparo en la mujer a mi diestra, esa mujer joven y bella que reconozco como la prima de Ezra.

La reciente descubierta como prometida del señor Gross y posible ex amante de Gratia.

Evolet me contemplaba con esa expresión gentil que había esbozado en dirección a su abuela al inicio de la velada. La única vez -hasta ahora- en la que habíamos coincidido-.

Su diestra alejo la copa en dirección al joven del catering, como apartando mi posibilidad de continuar con mi hasta ahora, principal misión, ahogarme en alcohol.

— Dulzura... ¿Estás bien?

Por inercia mi ceño se frunció en desacuerdo al escuchar el apodo que solo podía vincular a Conrad y por una milésima de segundos me vi tentada a corregirla.