SAGA TABÚ 1 : INSACIABLE [+21]

QUINCE

[WEEKENDSTON 6/?]

"Despertando del sueño."

Mentiría si no dijera que, en este mismo instante, parezco un cachorrito asustadizo a punto de echarse a correr en cualquier momento.

Tras despertarme en casa de Ezra, hablar parte del problema con Ezra y Conrad, me vi regresando a casa escoltada por Conrad.

Tenía suerte de vivir en un bloque de apartamentos, no tendría el famoso cliché de mi madre enterándose de la posibilidad de su hija pasando la noche en casa de un apuesto millonario y mientras más evitara la posibilidad de que ella se enterase de los hombres que me rodeaban, mejor para mi salud mental.

Claro que no me libré de la reprimenda aún a pesar de haberla avisado con anterioridad de la posibilidad de quedarme en las cercanías donde se llevara a cabo dicho evento, con esas mismas palabras de siempre remarcando lo nula que era para valerme por mi misma, el desastre que podía crear a mi paso y sobre todo, la decepción que estaba siendo como su hija.

Un discurso, una riña que había escuchado desde mi adolescencia, que aunque a simple primera vista no pareciera afectarme, cada vez que era recitado hacia mella en mi interior, hasta en la actualidad, donde a pesar de tener la edad que tenía y la independencia que creía haber logrado, seguía en la misma rutina de la niña asustadiza que prefería huir antes de afrontar el carácter de su madre.

Justo como me había encontrado realizando desde que puse un pie sobre las oficinas.

Cada vez que Gratia aparecía en mi campo de visión o dirigía su voz hacia mi persona, esperaba alguna especie de golpe sutil recordándome el bochornoso espectáculo que había ofrecido en aquella gala.

Pero el dialogo con Gratia se minimizaba a lo exigido por su agenda de trabajo, no había cambio drástico en ella ni en su actitud.

Seguía siendo la misma intimidante, arrogante y demandante señora Graham de siempre, a excepción que había vuelto a pasar a ese último plano de importancia para ella. Me dirigía la palabra cuando le era preciso, volviendo a enzarzar la distancia entre nosotras y haciéndome notorio el mínimo cambio que había representado conmigo días antes.

Pequeños detalles que, para mi sorpresa, estaba extrañando.

¿Quién diría que extrañaría estar en el punto de mira de mi odiosa jefa?

Tener su desprecio o sus miradas escudriñadoras que tanto me ofrecía me hacían percatarme de esos pequeños atisbos de delicadeza que llegaba a ofrecerme con la sutileza de tan siquiera verlos ahora posibles.

"Estás preciosa"

Viniendo de ella esas palabras tras hacerme girar sobre mis propios pies, como si no existiera nada más en aquella habitación que yo, se habían vuelto un recordatorio de lo que en su momento no quería tener en cuenta, al tomarlo como algo cotidiano.