La calle apenas estaba alumbrada, no se escuchaba nada a los alrededores. Ya cansada, aceleré el paso para llegar antes a mi casa.
— ¿Qué hace una chica tan linda sola a estas horas? —
Me sobresalté haciéndome poner en alerta, preparada para cualquier cosa, hasta que vi quien era. — ¿Qué hace un chico tan molesto controlandome a estas horas? — Seguí mi camino, sin prestarle mucha atención.
— No te controlaba, estaba por aquí de casualidad, y menos mal, podría ocurrirte algo. — Dijo Ran y empezó a caminar junto a mi.
— Tal vez te ocurra a ti, ¿Quieres probar mi regalito? — Saqué de mi bolsillo el gas pimienta, quitándole el seguro y apuntándole, ambos paramos de caminar.
— Sabes que no tengo malas intenciones contigo. — Levantó ambas manos en señal de paz, pero yo no dejé de apuntarle.
— ¿Lo sé? Entonces me puedes explicar esto. — Con la otra mano saqué la pastilla que tenía guardada y se la mostré.
El chico miró confundido y con movimientos lentos agarró la pastilla para observarla más de cerca. — ¿Es esto lo que creo que es? — No dejé de apuntarle, teniendo precaución, al no tener respuesta continuó. — ¿Dónde has conseguido esto? —
— Tú sabrás. —
— Esto no tiene que ver conmigo, puedo ser insistente pero tengo mis limites, nunca te intentaría drogar. — Dicho eso tiró la pastilla al suelo y la pisó, haciendo que ya no hubiera rastro de la droga.
Guardé de nuevo el gas pimienta en mi bolsillo y continué caminando.
— ¿Quién ha sido? — Ran me siguió hasta quedar de nuevo a mi lado.
No le contesté. Supongo que él no tiene que ver con Sanzu.
— Está bien pero sabes que aún me debes una. — Alcé una ceja al escucharlo, debe estar de broma. — ¿Acaso ya olvidaste cuándo te salvé la vida? Que yo recuerde sigues siendo mi novia. —
— También sigues soñando. — Por fin estaba cerca de casa, no tenía ganas de aguantar las tonterías de nadie.
— Ya veo, así que sigues enamorada de Mikey. —
Me paré de nuevo y él me imitó de igual forma. ¿Qué sabía él sobre lo mío con Mikey? Si dice eso significa que no sabe de mi relación con Sanzu. Mis suposiciones estaban siendo erróneas.
— ¿Yo? Enamorada no, caprichosa tal vez. —
Ran se me quedó mirando y sonrió. — Entonces no te importará pagarme tu deuda. — Rodé los ojos esperando su petición. — ¿Qué tal una cita? —
Esta vez fui yo quien se le quedó mirando, sorprendida, no esperaba que la broma no fuera tan broma.
— ¿Por qué quieres una cita conmigo? —
Eso me confirma que no tiene ni idea de mi relación con Sanzu o tal vez no le importe.
— Ya te lo dije, me pareces interesante y me gustaría conocerte más. — Dudo que eso le hiciera gracia a su hermano, aún recuerdo la manera en la que me miraba. — Toma, piensatelo y me avisas, dejando de lado a Rokuhara Tandai y lo que fue ToMan, solo tú y yo. — Me dio su número y se despidió, marchándose en dirección contraria.
Ahora que lo recuerdo, gracias a él no tuve problemas con los demás ni con mi padre. Me lo tendré que pensar.
