VI -Allagés (αλλαγές) (II)

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Su respiración era agitada, al igual que los latidos de su corazón.

Sus ojos, brillantes por las lágrimas contenidas, estaban a punto de romperse a llorar en cualquier momento, avecinando la tragedia mientras, su garganta dolía como mil puñales clavados, prohibiéndole hablar de nuevo por temor a volver a ser golpeado y obligado a guardar silencio.

Sus brazos y piernas perdían fuerza a cada segundo que pasaba y su espalda dolía por golpear el suelo constantemente, al igual que su cabeza.

Los golpes no eran fuertes, apenas y eran para obligarlo a no moverse más pero el continuo intento por escapar de sus zarpas hacía friccionar su espalda con el rasposo asfalto y sus extremidades no podían mantenerlos más a ralla.

El fuerte grito agudo, roto por el sollozo que salió, al fin, de la garganta de Jimin, consiguió despertarle de aquel mal sueño que lo había mantenido atrapado entre las sábanas, envuelto en sudor y consiguiendo que estas se mantuviesen pegadas a su piel, fingiendo un encadenamiento inexistente que le hizo enloquecer en el sueño.

Aún jadeando, se levantó tambaleante y se dio cuenta que la luz matinal ya bañaba su habitación por su olvido de echar la cortina la noche anterior.

Había llegado tan tarde que su cuerpo apenas y respondía, por eso, cuando fue a coger su móvil, se dio cuenta de que tampoco lo había puesto a cargar y que, ahora, no tenía batería, así que, lo puso a cargar mientras iba a darse una larga y revitalizante ducha para ignorar ese mal sueño que seguía rondándole desde hacia un par de noches.

Cuando salió, su cabeza seguía perturbada pero su cuerpo parecía más relajado, por lo que, lo primero que hizo fue encender el móvil y, en cuanto este conectó, no dejó de vibrar hasta que llegaron todas las notificaciones de golpe que se había perdido por haber dejado el móvil sin batería.

Sus ojos se abrieron de par en par al encontrarse con varios mensajes y llamadas de sus amigos, ya que era el día de su quedada antes de que Namjoon tuviera que partir al día siguiente y, pocos días después, cada uno de ellos iría camino de un lugar diferente por un tiempo.

"Lo siento mucho, Hobi. No tardo en llegar."

Escribió mientras corría a elegir su vestuario sin ni siquiera molestarse en mantener un buen peinado.

"No te molestes, estamos en tu puerta esperando por ti."

Abrió su ventana y se asomó para ver como sus amigos estaban bajo su alfeizar en dos coches diferentes; el Hyundai i30 de Hoseok y el Range Rover con el que el señor Kim había obsequiado a Jin por sus excelentes notas.

Sorprendido de que hubieran ido a por él, se alejó para mirarse en el espejo de cuerpo entero de su cuarto y observó las grandes ojeras que adornaban sus ojos.

Después, estos bajaron hasta su cuerpo y odió cómo le quedaba la camiseta y el pantalón que estaba usando pero ya no tenía tiempo para cambiarse.

Tras un último vistazo, pensó en lo bien que le haría un verdadero cambio. Uno de esos que no solo cambia tu visión de ti por fuera, sino que, además, te ayuda a sentirte mejor por dentro.

Bajó las escaleras a toda prisa mientras guardaba su cartera y su móvil en sus bolsillos con la idea de no hacer esperar a sus amigos.

-¡Hyung! -Jihyun llamó a su hermano al verle correr a la salida, haciendo que este se detuviera a su lado. -¿No vas a almorzar con nosotros? -Preguntó el menor, intentando no sonar apenado.

Jimin dirigió su mirada a la cocina para ver la cantidad de comida sobre la encimera a medio preparar.

Tanto su padre como su madre estaban ahí también, observándole pero, cuando iba a responder, la voz de su madre le cortó.

Del  Ἔρως al ἀγάπη ~Jikookmin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora