VIII -Kátharsis (κάθαρσις)

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Tras la conversación con sus abuelos, Jimin necesitaba despejar su mente para pensar con claridad y, para eso, su mejor opción siempre era entre los brazos de Jungkook.

No sabía bien cuándo ni cómo había empezado aquel ritual cuando las cosas se ponían difíciles para alguno de ellos ni esa necesidad que ahora sentían ambos de estar cerca para el otro pero ninguno lo cambiaría.

La verdad era que, desde el primer momento habían tenido una fuerte conexión que les había hecho interactuar más entre ellos que con cualquiera. Tenían la necesidad de estar cerca y protegerse incluso cuando no podían ni tocarse pero, antes era distinto. Antes necesitaban que todos se juntaran para sentir su apoyo y, ahora, eso había quedado un tanto relevado por la necesidad de estar juntos y a solas para brindarse un apoyo incluso más cercano.

Ningún otro lo sabía pero, la verdad era que, cualquiera lo intuía.

Jungkook abrió la puerta nada más escuchar el timbre sonar para encontrarse con un Jimin sonriente.
Pero a él no podía engañarle, su sonrisa escondía los pequeños espasmos que su cuerpo le provocaba y mordía su labio inferior para impedir que este temblase.

-Ven aquí. -Dijo únicamente, acercándolo a él para mantenerle bajo su fuerte abrazo.

No necesitaba más palabras pues, antes de ir, Jimin ya le había explicado por mensaje, más o menos, lo sucedido.

Estaban solos en ese momento, así que, preparó un vaso de agua para el mayor y lo acompañó hasta su cuarto donde pudieron hablar tranquilamente.
El mayor le explicó cada detalle de la conversación que había tenido con sus abuelos mientras sus ojos volvían a humedecerse y ocultaba el rostro entre el cuello y el hombro del castaño, quien no dejaba de acariciar su espalda en modo de apoyo.

-N-No sabes c-cómo me siento en este momento, Jungkook. -Hipaba entre lágrimas. -Yo c-creía que no me entendía y he sido y-yo quien no le entendía a ella. D-debe haberse preguntado a cada m-momento si estaba bien y si s-se me había pasado por la cabeza quitarme la vida.

-¡Ey, ey! Mírame. -Susurraba el menor llevando sus manos a las mejillas del contrario para elevar su mirada y que no la rehusase. -Amor. -Llamó con dulzura al ver que no conseguía que se calmase. -No pasa nada. No es tu culpa. Tú no sabías nada. No podemos seguir mirando atrás, ¿Verdad? -Ante sus palabras, Jimin asintió con su labio inferior temblando aún. -Bien, ahora podemos intentar hacer las cosas diferentes. ¿Vale? Lo solucionaremos al llegar a Seúl. ¿Bien?

-B-Bien. -Respondió, limpiándose las lágrimas.

-Ahora ven aquí. -Susurró, atrapando el cuerpo encogido de Jimin y tirando de él para que cayese junto a él en la cama y, así, poder abrazarlo mientras este descansaba su cabeza en su pecho.

El silencio inundó la habitación en cuanto los hipidos del rubio desaparecieron unos minutos más tarde.
Ambos, desde la cama, se habían quedado observando el cielo de la tarde a través del pequeño balcón que tenía la habitación que el señor Jeon había dado a su hijo.

Jungkook mantenía su mente en todo lo que le había contado, pensando en la mala suerte que habían tenido al tener que pasar por esas cosas y en cómo odiaba que el mundo fuera de ese modo.

No podías sentirte seguro andando por las calles y, encima, cuando te violentaban ni siquiera podías sentirte seguro para denunciar porque la justicia no funcionaba como debería.

Recordó al hombre con el que estaba su madre y el culpable de los problemas de Jimin y su estómago se revolvió.
¿Qué podría hacer él para ayudarle a que pagase como se lo merecía?

Su cabeza empezó a ir a mil por hora cuando notó que Jimin se había quedado dormido contra su pecho pero no sintió el tiempo pasar hasta que el sonido del móvil le sobresaltó. Al final había caído rendido junto al rubio.

Del  Ἔρως al ἀγάπη ~Jikookmin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora