-¿Cuánto te falta? -le pregunto con los brazos cansados de levantarlos y empezando a notar frío de tan solo llevar ropa interior.
-Calla, necesito las medidas exactas para hacerte el vestido -me ordena midiéndome el pecho con una cinta métrica. Edrielle no quiere contarme como va a ser el vestido de mi coronación, cosa que me tiene un poco asustada. Cuando la chica se lo propone puede hacer grandes cosas, pero no siempre en el buen sentido.
-Tengo noticias -anuncia apuntando las medidas en un bloc de notas.
-¿Buenas o malas? -pregunto desconfiada.
-Hmmm...no lo sé-duda.
-Cuenta
-Vino a verme Emily. Si, a mi también me sorprendió-dice al observar mi cara- Dice que hay un brujo que está visitando frecuentemente la sede.
-¿Qué? Eso es imposible -dejo caer los brazos extrañada y en parte dolorida- Puede que se haya equivocado.
-Le dije lo mismo y aseguraba que era un brujo.
-¿Y qué hago? ¿No se supone que soy yo la que tiene que encargarse de esto? -pregunto.
-Podríamos investigar un poco, ver si es brujo o no y saber para qué va a la sede -propone.
-Es buena idea -coincido- No sé qué haría sin ti -la abrazo.
-Vamos, vístete ¡Tenemos que ir al Palacio! -exclama dando pequeños saltitos.
-¿Palacio?¿De verdad?¡¿Por qué?! -protesto.
-Tenemos que prepararlo para la ceremonia, seguro que está hecho una porquería después de tantos años sin visitas. Por favor, ponle un poco de ganas -me pide. Gruñendo, me visto y salimos de casa. En el camino, que a mí me ha parecido durar 2 horas, hemos cruzado puentes, ríos, algún que otro bosque... Hasta llegar a un sendero con un caminito de piedras. Al final del camino nos encontramos con unas grandes puertas metálicas oxidadas con casi dos metros de altura.
-¡Bienvenida a tu palacio! -chilla más que emocionada.
Miro a través de las barras y veo un gran jardín que en sus tiempos habría sido hermoso. Ahora está lleno de malas hierbas, flores marchitas y arbustos secos.
-Es enorme -observa impresionada.
-Lo sé. Te va a encantar el interior, supongo, nunca he entrado -dice observando la puerta por si tiene cerradura. Con un empujón, se abre chirriando muy fuerte. Nos adentramos cuidadosamente, levantando las rodillas a la altura de la cintura al caminar debido a lo alto que está la hierba. Un gran edificio blanco aparece frente a nosotras, la fachada no se puede ver con claridad por la gran cantidad de hiedra que la cubre. El palacio tiene cuatro pisos, con un gran balcón en el segundo y cuatro torres en cada lateral. La puerta de entrada es alta y metálica, ahora con grandes partes oxidadas. En frente de la entrada hay una gran estatua de una mujer. Se parece mucho a mi: pelo ondulado hasta por debajo de los hombros, nariz delgada, grandes ojos y labios finos. Es mamá. Con una sonrisa de oreja a oreja y las manos descansando sobre sus regazo. Parte del monumento lo cubre el musgo pero se puede apreciar la cantidad de piedra.
-Esto está muerto -comenta Edrielle observando con determinación cada punto.
-Sí -coincido apartando la atención de la estatua.- Cuanto antes empecemos mejor.
Asiente con la cabeza mientras hurga en su bolso. Saca dos pares de guantes de jardinería y me tiende unos. Meto las manos dentro de ellos y me subo a la base de mi madre. Arranco el musgo a puñados tirándola al suelo hasta poder ver toda la parte de piedra. Me quedo observando su rostro durante un largo tiempo pero un ruido raro hace que vuelva a la realidad. Bajo de la base y me giro hacia el jardín. Me encuentro con todas las plantas marchitadas fuera de la tierra con raíz incluida levitando en el aire.
-¡Eso es increíble! -le exclamo a Edrielle que tiene los brazos en alto para controlar las plantas.
Sonríe con gesto agradecido. Con una mano las apila todas aún flotando y las posa junto a un árbol. Usando también brujería apilo el musgo tirando junto lo de ella con un simple movimiento de dedos.
-Toma estas semillas y ayúdame a plantarlas -me pide acercándose a mí para ofrecerme una pequeña bolsita blanca con semillas de flor que saca del bolso.
-¿Lo llevas todo en el bolso? -bromeo.
-Todo cuanto necesitamos -se reduce a responder.
Las coloco de una en una en orden sobre la húmeda tierra que ahora ha quedado desierta. Empiezo a hacer crecer las flores con mis manos como Jackson me enseñó. Tengo que admitir que a pesar de sus gritos algo sí que he aprendido. Me pregunto qué será lo que quiere contarme con tanta urgencia, puede que deba ir a escucharle. No, no debo. Por su culpa ahora Ethan ni me dirige la palabra. No debo darle otra oportunidad para que se disculpe. Es el responsable de que haya roto con mi novio. Ojalá no hubiera caído en su trampa y hubiera mantenido el trasero pegado en la silla durante toda la cena. Junto a Ethan. Cuánto lo echo de menos. Extraño sus abrazos sin aviso, sus gigantes y cómodas manos, sus extrañas pero a la vez halagadoras amenazas por cualquiera que hiciera algo que él hacía conmigo, su acompasada respiración al dormir. No. Basta. No te hagas esto a ti misma, Abby. Eres una mujer fuerte e independiente. No necesitas a ningún hombre en tu vida. No lo necesitas. ¿A quién pretendo engañar? ¡Claro que lo necesito! Lo necesito más que a nada ni a nadie. Lo necesito junto a mí. Lo necesito tanto como el oxígeno que respiro y el agua que bebo. Sin darme cuenta la noche nos pilla y sólo he conseguido terminar 46 flores. Curiosamente las primeras han empezado con los pétalos de un color azul mar muy alegre y la última ha crecido de un color negro como la obsidiana.
-Creo que por hoy basta -dice Edrielle con tono satisfecho pasándome un brazo por los hombros.- Hemos hecho un gran trabajo en un solo día.
-Si, tienes razón -coincido observando las hermosas gerebras de color rosa que ha plantado ella.- Oye -le llamo la atención.- He estado pensando y...¿Crees que la aparición de un supuesto brujo tenga algo que ver con Ethan? -pregunto.
-¿A qué te refieres?
-A que haya vuelto con Tekeo y que parezca que no quiere saber nada de mí -explico.
-La verdad es que no lo sé- contesta tras pensárselo detenidamente- No me lo había planteado.
- Hay que averiguar quién es ese brujo- declaro decidida.
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Reina Bruja
FantasyAbby, una adolescente común de 17 años, descubre que su madre era un bruja suprema, la reina de las brujas, y eso convierte a Abby en la futura reina bruja. Tiene solo tres meses para prepararse y adentrarse en el mundo brujo hasta su coronación, pe...