CAPÍTULO XVIII: JACKSON

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-Bien hecho -me felicita la profesora de matemáticas al entregarme el último examen.

Un diez. He sacado un diez.

Ya ni me emociono por las notas que saco por lo acostumbrada que estoy.

Menos en educación física. En esa asignatura saco un cinco por milagro. Igual que en las clases de Jackson. Cualquier cosa que requiera movimiento físico se me da mal, incluso mal se queda corto.

Termina la clase y salgo al pasillo para dirigirme a clase de lengua.

Recuerdo lo que me contó Ethan sobre mi profesor de brujería, que tal vez sea el ayudante de mi madre. Si es eso verdad ¿Por qué no iría a contármelo? A pesar de todo estoy muy convencida de que es el mismo. Tal y como reaccionó cuando le pregunté sobre su pasado en día en el que Jace y Edward se pelearon, tiene un secreto.

Y, como no, mi curiosidad vence todos mis sentidos.

Al terminar las clases, nos dirigimos a la casa de Jackson a entrenar.

-Venga inútil, no tengo todo el día -es lo primero que me dice cuando entro por la puerta.

Los motes que usa son cada vez más ofensivos. Pero no le hago caso porque sé que es como decirle a una pared que se aparte. Y lo digo por pura experiencia.

Esta semana las clases me están encantando. Salimos al bosque y me enseña a tratar las plantas.

-Jackson ¿Qué relación tenías con mi madre? -le pregunto mientras hago crecer a una flor en menos de diez segundos con las manos.

Veo que se pone rígido.

-Y ¿A ti qué te importa? -me suelta molesto, intentando mirar a otro lado.

-Simple curiosidad -.Me encojo de hombros.

-Eramos amigos -responde con frialdad.

-¿Nunca trabajasteis juntos? -pregunto con la voz temblorosa.

Se acerca a mí con grandes zancadas y me agarra de la barbilla con el dedo índice y el pulgar con fuerza.

-Ni se te ocurra meterte en mis asuntos o verás de lo que soy capaz -me amenaza con llamas en los ojos.

Asiento con la cabeza un par de veces y empiezo a sudar por las manos.

Tras diez segundos que para mi son interminables, me suelta y me pide que siga entrenando.

Ninguno de los dos nos miramos hasta el momento en que tenemos que volver.

-Lo siento -me disculpo de mala gana.

Si quiero que me cuente algo, necesito que esté de buen humor.

-¿Qué has dicho? -.Parece sorprendido.

-Que lo siento, no pretendía ser una entrometida.

-Está bien, no pasa nada -me asegura con una sonrisa.

Esto ha sido más fácil de lo que creía.

Cuando volvemos me dá permiso para cogerme diez minutos para ir al baño antes de irme. Me lavo las manos y la cara que están cubiertas de tierra.

Al salir, inspecciono los pasillos de la casa con la mirada. Mejor dicho, tiene una mansión enorme. Me detengo delante de unas escaleras que conducen al piso superior, donde se encuentran las habitaciones.

Aun quiero saber sobre su pasado y la relación que tenía con mi madre. Y, como no, la curiosidad vuelve a vencer a todos mis sentidos. Subo las escaleras y giro el primer pomo que alcanzo. Está abierta así que entro sin pensarlo dos veces.

Reina BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora