CAPÍTULO XXI: ATAQUE AMARILLO

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-¿Estamos a salvo? -le pregunto entre jadeos.

-Creo que sí -responde sin dificultad alguna al respirar.

Asiento con la cabeza mientras respiro agitadamente. Cuando estamos los dos listos para seguir con el camino, Ethan se golpea la frente con la palma de la mano recordando algo.

-Se me había olvidado completamente -exclama.

-¿Qué pasa?

-Hay que ir a donde Jackson, le han atacado mientras estaba en el matadero. Emily me avisó.

Oh, no. Él estaba solo y no se habrá podido defender. Si a nosotros nos cuesta teniendo a tres lobos, no me imagino lo duro que habrá tenido que ser para Jackson.

Volvemos a correr lo más rápido que nos permiten nuestras piernas hasta su casa. Empujo la pesada puerta de la sala de entrenamiento, que es la única que no se abre desde dentro. Me apresuro para entrar en la casa, y me detengo en seco al ver manchas de sangre en el pasillo. Recorremos el camino rojo hasta encontrar a Jackson tendido en las escaleras, con un gran charco de sangre alrededor del pecho y vemos a Rocky ladrando a su lado sin poder hacer nada. Vuelo a donde él y me siento a su lado poniéndole las manos en el pecho, en un intento nefasto de que deje de sangrar.

-Te vas a poner bien -le aseguro, aunque más bien me estoy convenciendo a mi misma.

-Niña estúpida, siempre tienes que estar en todos los lados -consigue acusarme.

-Ni a punto de morirte dejas de insultarme -me rio.

-La poción curativa, tráemela -me pide en voz baja. Asiento con la cabeza y me levanto. Recuerdo los miles de frascos que habían en la habitación oculta así que corro hacia allí. Cruzo la sala de entrenamiento a la carrera y al llegar a la pared pronuncio las palabras:

-Guardián guardián stelikius.

Suspiro de alivio cuando la pared se corre y me da camino al interior.

Rebusco entre todos los frascos de las estanterías, hasta que encuentro uno de color azul oscuro con una etiqueta en la parte inferior.

Vuelvo a donde está Jackson y veo que Ethan le está examinando el brazo y la pierna.

-¿Qué le pasa? -pregunto al no ver sangre donde le mira.

-Las tiene rotas -me explica intentando recolocar la radio del brazo derecho, pero se detiene cuando Jackson grita de dolor arrugando la frente-. Vuelvo ahora -anuncia levantándose de un salto.

Me arrodillo junto al herido y le tiendo la poción.

-Inútil, necesito polvo de coral -se queja entre jadeos-. Como se nota que no prestas atención en las clases.

Me levanto del suelo para acudir al cuarto oculto a por polvo pero me detiene.

-Allí ya no queda, ve al sótano, hay reservas -avisa sin aliento-. Las llaves están en mi habitación.

Subo escaleras arriba y abro de un portazo la puerta de su cuarto. Recuerdos dolorosos que creí olvidar me golpean, pero los ignoro recordando la situación. Abro el cajón de la cómoda y suspiro de alivio al verlas primeras. Las agarro y corro escaleras abajo otra vez. Al pasar a su lado me indica el camino de la izquierda. Sigo sus instrucciones y al abrir la primera puerta, me encuentro en la cocina. Es el doble de grande que el mío y los electrodomésticos son de última generación. Todo está reluciente y perfectamente ordenado, incluso las manzanas del frutero brillan de una manera muy especial. Observo el suelo, que es de baldosas blancas, menos una esquina, en la que es de madera. Me acerco y me doy cuenta de que es una trampilla. Introduzco la llave en el cerrojo y la giro. Después de cinco vueltas sonoras, se abre.

Reina BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora