CAPÍTULO XXXV: EL GRAN HECHIZO

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Atravieso el portal para adentrarme en el reino brujo. No puedo ponerme nerviosa ahora, ya le dije a Jackson que lo haría.

Tengo que hacerlo por el reino.

Camino con paso apresurado hacia el castillo. Al entrar, voy directamente a la biblioteca donde está el cetro y primero busco en las estanterías algún libro con su dibujo en la portada. Pero no podía ser tan fácil. Tras múltiples búsquedas, al fin encuentro un libro con algo de información que me sirve. Rebusco entre sus páginas algo que me pueda ayudar a conjurar el hechizo. Aparece algo sobre el cambio de las estaciones y un hechizo; después de estudiarlo, abro la vitrina. Me resulta algo difícil no desmayarme cuando me acerco pero después de apartar completamente la caja de cristal me alejo de un salto. A una distancia segura comienzo con el hechizo, apuntando con mi varita.

-Spiritus invoco aquam et ignem aera et terram, et ea tempora invoco restituatur -repito tres veces, mirando fijamente al cetro.

Este empieza a brillar con una luz tenue y al segundo se apaga. Repito una y otra vez el proceso pero no da resultado. Desconcertada salgo del castillo, y sin muchas ganas me dirijo a la casa de Jackson. Pienso unos minutos al llegar a la puerta, debatiendo sobre si es buena idea, pero me rindo y toco el timbre. Él mismo me abre la puerta, ataviado con una bata algo estrafalaria.

-Vaya, mira quién ha venido -dice cansado, apoyándose en el marco de la puerta. Supongo que debe de estar descansando del hechizo de ayer y de la conversación acalorada que tuvimos.

-Déjame pasar y te explico.

Me conduce al salón que ya conozco y me hace sentar en un sillón junto él. Con un chasquido, igual que ayer, hace traer un par de tazas de chocolate caliente a la mesa y mientras él sorbe del suyo yo no toco el mío.

-He ido al castillo de mi madre y mis poderes no funcionan, ¿Qué ocurre?

-Como ya te dije, eres joven pero no estás cualificada para conjurar tal hechizo, necesitas otro brujo -me explica.

-¿Qué brujo?

-No lo se, eso tendrás que pensarlo tú, yo no puedo hacer nada.

Desanimada, me marcho de su casa, sin nada más que pueda hacer y me dirijo al portal de vuelta a casa, en busca de ayuda. Me dirijo a mi casa, a ver cómo está Ethan. Por la mañana le expliqué todo lo ocurrido, insistió en acompañarme pero le dije que se quedara a descansar, no quería agotarlo después del día que tuvo ayer. Cuando entro en mi habitación me sorprende verlo despierto y energético.

-¡Oh! Hola, no esperaba que llegaras tan pronto -dice, saliendo del baño con solo una toalla en la cintura y el cabello más oscuro por el agua de la ducha.

-Tenemos un problema -le digo, tratando de no sonrojarme.

-Dejemos los problemas por un segundo -susurra acercándose a mi oreja y cogiéndome de la mejilla para besarme-. Hay que recuperar el tiempo perdido.

-¡Abby, te buscan! -escucho a mi padre gritar desde la planta de abajo.

Con pocas ganas dejo de besar a Ethan y bajo las escaleras.

-¿Jace? ¿Qué haces aquí?

-Vine a ver cómo estaba Ethan -explica.

-Estoy bien, gracias -dice bajando las escaleras, ya vestido.

-Hay un nuevo problema -les anuncio-. Mis poderes no bastan para deshacer el hechizo. Necesitamos a un brujo joven y preparado para hacer esto.

-Avisaré a Emily a ver si sabe de algún brujo. Conoce a mucha gente -propone Ethan.

Reina BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora