CAPÍTULO XXIV: EL BESO

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-Bueno, ¿Qué te parece? -me pregunta Ethan ilusionado.

-Me gusta, necesita mucho trabajo, pero me gusta -digo repasando con la mirada la casa en la que se va a mudar.

-Lo sé, ha estado muchos años intacto. Su dueño murió y como no tenía parientes a los que heredarlo, se ha quedado vacía. Y tengo que poner una cerradura en la puerta, creo que entran ratas -comenta arrugando la nariz.

Me meto las manos en los bolsillos de los vaqueros y observo las polvorientas paredes cubiertas de telarañas.

-Tengo algo para ti -añade.

Lo miro con curiosidad mientras se saca una pequeña bolsa de yute del bolsillo trasero de los pantalones. Tira de las finas cuerdas para abrirla y de él saca una delicada pulsera. Consiste en una delgada cadena con pequeñas piedras de color turquesa colgando.

-¿Para mí? ¿De verdad? -pregunto apreciando la joya.

-Si, era de mi madre. No es nada especial, ni caro, incluso es muy viejo; pero quería que la llevases tú -me dice pasándome la pulsera por la muñeca.

-Es perfecto, muchas gracias.

Le doy un beso en la mejilla y tintineo con las piedrecitas.

-¿Era su gema? -curioseo, levantando la cabeza de mi regalo.

-No, las gemas se entierran con el cuerpo del brujo. Era un regalo de boda que le hizo mi padre, es lo último que recogí de casa antes de irme.

Lo miro a los ojos y veo una gran tristeza reflejada en ellos. Le acaricio el pómulo con el pulgar y me acerco para besarlo. Pasa las manos hasta mi cintura y me aprieta contra él. La otra mano la llevo a su otra mejilla y continuo besándolo con suavidad. La familiar electricidad vuelve poniéndome el vello de la nuca de punta. Pero cuando escuchamos un grito ahogado procedente de la puerta de entrada nos apartamos de un salto. Preocupados de que alguien nos haya visto, los dos giramos la cabeza para ver quien es. Dejo escapar el aire que contenía desintencionadamente al ver a Edrielle con las manos en la boca para tapar su sorpresa. Ethan da un paso hacia atras con las manos metidas en los bolsillos de los vaqueros incomodado.

-¡Ay...! -exclama de emoción nuestra invitada inesperada-. Sabía desde el primer momento en que os vi que acabariais juntos.

Se acerca y nos rodea con sus delgados y cortos brazos.

-¿No pensabas contármelo? -me regaña haciendo un mohín.

-Mi intención era ir ahora mismo a tu casa -razono.

Nos suelta de ese incómodo abrazo y mira a Ethan a la cara.

-Bueno, ¿Te lo vas a quedar? -le pregunta levantando los brazos hacia arriba para señalar la casa.

-Si, incluso se la estaba enseñando a Abby. Lo único que me falta ahora es trabajo -dice con tono preocupado.

Edrielle se queda pensativa durante un largo tiempo.

-¿Sabes coser? -pregunta al final.

-No -responde sin entender el porqué de la pregunta.

-No pasa nada, yo te enseñaré.

-¿Para? -arquea una ceja.

-Estás de suerte ¡Te contrato! -anuncia con alegría-. Mi madre y yo necesitamos ayuda y una mano nunca viene mal.

Ethan me mira en busca de una segunda opinión. Me encojo de hombros sin saber qué decir. No me parece mala idea.

-De acuerdo -accede.

Reina BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora