CAPÍTULO XXXVII: LA CONFESIÓN

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Un pequeño rayo de sol que atraviesa la ventana hasta llegar a mis ojos me despierta. Los abro y mientras me desperezo observo las familiares paredes de mi habitación. Casi ni recuerdo haber vuelto a casa. Me giro para ver a Ethan pero en su lugar me encuentro con una pequeña notita sobre la almohada: «He salido por la ventana para que tu padre no se entere. Tengo que seguir reformando la casa. Estaré todo el día allí así que pásate cuando puedas». Doblo el mensaje y lo meto en el cajón. Me levanto y tras asearme y vestirme con ropa limpia bajo a desayunar.

-Buenos días -saludo a mi padre al entrar en la cocina.

-Buenos días -me responde, pasándome una taza de café.- Cariño, pasas mucho tiempo fuera y ya no me cuentas nada -me reprocha.

-Lo siento mucho, es que he estado muy ocupada. Edrielle y yo estamos limpiando el palacio y Ethan está reformando su casa. Me paso el día con ellos dos -le explico.

-Dile al chico que no baje por la ventana, para algo tenemos una puerta. El día en el que se caiga... -suspira-. ¿Y Edward? -me pregunta, pillándome desprevenida.

-¿Qué pasa con él? -inquiero tomando de mi café.

-Creo que no se siente muy bien y por eso se ha ido al reino lobuno a pasar unos días con su padre -me confiesa-. Jace ya me contó el incidente que tuvo y que le ayudaste.

-Si, ¿Pero qué quieres que haga? Ya arreglamos nuestros problemas. Si quieres puedo llamarle para preguntarle cómo está.

Saco el móvil del bolsillo de mis vaqueros y marco su número.

-¡Abby! -saluda-. ¿Qué tal?

-Bien, solo quería preguntarte cómo estabas, no he sabido mucho de tí.

-Ah -contesta desconcertado-. Pues ahora mismo estoy en el reino lobuno visitando a mi padre, hacía mucho que no le veía.

-Oh, que bien. ¿Pero no te preocupa perder clases?

-Si, pero necesitaba desconectar un poco. Ya recuperaré las horas perdidas.

-Ah, vale -contesto, sin nada más que decir-. ¿Estás bien?

-Claro, ¿Por qué no iba a estarlo?

-No lo sé, te noto raro.

-No te preocupes, estoy perfectamente.

Y sin despedirse me cuelga. Me quedo mirando la pantalla de mi móvil sorprendida y esperando a que vuelva a llamarme, diciendo que se había cortado la línea. Pero nada pasa.

-Esto es increíble -murmuro enojada.

-¿Qué pasa? -me pregunta papá.

-Me ha colgado.

-Ya notaba yo algo extraño.

Termino de desayunar y tras despedirme de mi padre me encamino hacia el instituto. Jace se me une y le cuento lo de Edward.

-¿Tú lo sabías? -le pregunto.

-En el último momento. Mi madre lo sabía pero también me lo ha contado esta mañana. Ella creía que ya me lo había contado Edward.

-Siento que está distante conmigo, con nosotros -confieso-. Ya no nos cuenta nada.

-Es verdad.

-Creo que deberíamos hablar con él.

-Si, ya iré yo. Debes de estar muy ocupada con tu ceremonia de coronación. Ya te contaré cómo me ha ido.

-Está bien.

Caminamos hasta el instituto en silencio y tras las clases me lleva en su lomo hasta el reino brujo. Me deja allí y él se va al reino lobuno. Caminando llego hasta la casa de Ethan y toco la puerta con los nudillos. Él mismo me abre y me recibe con una sonrisa reluciente.

Reina BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora