Me despierto aun con el brazo dolorido, y con los ojos llenos de legañas, voy al baño a ducharme. Hago malabarismos para no mojar el vendaje, pero acabo resbalándome y tengo que acudir al botiquín para volver a vendar el brazo.
Al bajar a la cocina veo otra nota de mi padre en el frigorífico, hoy también ha tenido que ir a trabajar temprano, <<Jackson dijo que hoy no fueras a entrenar, no es seguro>> adjunta en otro papel. Desayuno un bol de cereales y mientras mastico, me acuerdo de que aun tengo que hablar con Jace y Edward sobre el tema. No tengo ganas, pero tarde o temprano tendré que hacerlo, así que prefiero acabar cuanto antes. Al terminar de lavar el plato, los llamo para quedar en mi casa. En veinte minutos oigo el timbre sonar y, al abrir la puerta, pasa a mi cuarto.
-Chicos, tenemos que hablar -les digo con seriedad apoyándome en la cama. -Se que Edward se...
-Tranquila, ya es agua pasada -interviene él cortándome.
-Pero ¿De qué habláis? -pregunta Jace con las cejas juntas, lleno de dudas.
-Jace... Se que le contaste mi secreto a Abby -le explica con tranquilidad.
-¿¡Qué?! -grita incrédulo. -Confie en ti Abby.
-Y yo confíe en ti, pero ahora no lo reprochemos -intenta tranquilizar Edward.
Veo que las manos de Jace se vuelven peludas. Poco a poco, me dirijo a la ventana, y la cierro rápidamente.
-¿Por eso me golpeaste ayer de esa manera? ¿Estás loco? -le grita. Le empiezan a salir garras y los dientes empiezan a afilarse.
-Jace... Cálmate -le pide Edward.
-¡Cálmate tú! ¡Podrías haber hablado antes de atacarme!
-Jace, vamos a hablarlo ahora, y no creo que nos haga falta un lobo en este cuarto.
Se da cuenta de que está a punto de transformarse, así que empieza a respirar hondo para tranquilizarse. Las manos se vuelven menos peludas, y vuelve a la normalidad.
-Siento mucho muchísimo lo que paso ayer con vosotros dos, nunca me lo perdonaré -se disculpa Edward-. Y me alegro de que al fin se halla revelado mi secreto.
-Los dos aceptamos tus disculpas -le aseguro-. ¿Verdad? -pregunto dirigiéndome a Jace.
-Si, bueno -cede después de haberselo pensado un largo rato.
-¡Venid aquí! -les digo abriendo los brazos en señal de abrazo-. Me alegro de que todo se halla arreglado -les digo mientras que nos apretamos los unos con los otros.
-Deberias contarselo a Mike, no aguanto más que me fulmine con la mirada -me pide Edward.
Tras separarnos del abrazo, nos quedamos los tres hablando, tumbados en mi cama. Igual que en los viejos tiempos, antes de todo.
-Tenemos que irnos, tal vez tu no tengas entrenamiento, pero nosotros sí -me dice Jace mirando la hora en el reloj de mesa. Les dejo marchar, orgullosa de que todo se halla arreglado. Tampoco ha estado tan mal.
Termino los deberes de esta semana y, como no tengo nada que hacer, me acerco a la estantería y cojo el libro que tenía pendiente para leer. Me acomodo en la cama y disfruto de mi lectura. Pero a los diez minutos alguien toca mi ventana. Sin levantar la mirada del libro me levanto y abro la ventana con una mano, suponiendo que es Jace o Edward.
-¿Que se te ha olvidado? -pregunto mientras que me vuelvo a sentar en la cama, enfrascada en mi libro.
-Emm... ¡Hola! -saluda una voz masculina que nunca había oído. Lentamente giro la cabeza hacia la persona desconocida que está en mi cuarto, y lo que veo me deja con la boca abierta. Es él. Del susto se me cae el libro de las manos, y al retroceder hacia atrás me caigo de la cama.
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Reina Bruja
FantasyAbby, una adolescente común de 17 años, descubre que su madre era un bruja suprema, la reina de las brujas, y eso convierte a Abby en la futura reina bruja. Tiene solo tres meses para prepararse y adentrarse en el mundo brujo hasta su coronación, pe...