CAPÍTULO XXII: AMOR EN TORMENTA

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-Ya está -le aviso a Ethan cuando salgo.

-Bien -dice con la cabeza a mil kilómetros de distancia.

-¿Qué pasa? -le pregunto. Se está comportando de una manera muy extraña desde que Jackson lo confundió con un brujo.

-Nada, es solo que no sé donde voy a pasar la noche.

Sé que no es solo eso lo que le preocupa, pero decido no presionarlo.

-Puedes quedarte conmigo hasta encontrar un lugar fijo -le ofrezco.

-No, no quiero ser una molestia.

-Nunca serás una molestia -le aseguro de corazón. Se le ilumina la cara y los ojos le brillan de una forma especial-. ¿Qué pasa?

-No, no es nada -miente.

-Pondremos unas mantas en el suelo y te daré una almohada -le prometo.

-Gracias, no me quedaré mucho, buscaré algún lugar en donde vivir.

-Todo el tiempo que necesites.

Cuando cruzamos el portal del mundo humano y salimos de la casa de Ágata, la tormenta se nos cae encima.

-A veces se me olvida que estamos en otoño -murmuro para mí misma. Ahora mismo me arrepiento más que nunca de no haber cogido mi chubasquero, solo llevo puesta una cazadora que encima no tiene capucha.

-Ponte esto -dice Ethan a mis espaldas. Me giro y lo veo con una sola camisa de manga corta, ofreciéndome su gruesa sudadera con capucha.

-No, póntela tú, te estás mojando y acabarás con un resfriado.

-No insistas, una futura reina no puede estar empapandose bajo la lluvia -me insiste al mismo tiempo que pasa la sudadera por mi cabeza. Meto los brazos por las mangas y me subo la capucha. Me llega hasta la frente y me quita parte de la visión, las mangas son casi quince centímetros más largas, y el dobladillo me llega hasta los muslos.

-Pareces un duendecillo -se burla.

-Cállate -le espeto dándole la espalda y empezando a caminar hacia el coche.

Subiéndome, le llamo para que monte. Mientras enciendo el motor, salta en el asiento del copiloto y se seca los ojos para poder ver bien a través de sus largas pestañas mojadas. El pelo le gotea en la frente y el agua en la piel le brilla como diminutas perlas.

-Mira al frente antes de que nos estampemos con algún árbol -bromea.

El rubor se me sube a las mejillas y niego con la cabeza agachada.

El trayecto pasa en silencio.

Aparco en el garaje de casa y dejo escapar un suspiro. Al fin en casa. Ha sido un día agotador. Pero después gimo de fastidio al acordarme de algo.

-Se me había olvidado -me reprocho a mi misma.

-¿Qué se te ha olvidado? -me pregunta. Sin responderle, saco la agenda del bolso y arranco una hoja del final, cojo un bolígrafo y escribo una breve disculpa. Firmo con mi nombre, teléfono y dirección y cojo una pegatina de estrella que se encuentra bajo una pila de chatarra que llevo en el bolso.

Bajo del coche y camino hasta la casa de los Evans. Ethan me sigue por detrás, sin comprender lo que hago. Me detengo junto al reluciente Range Rover negro y sujeto el papel con la pegatina donde la ralladura.

-¿Qué haces? -me vuelve a preguntar.

-Antes rajé el coche de esta familia -le explico.

-Se nota que eres demasiado amable desde la otra punta de la calle -se burla.

Reina BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora