CAPÍTULO XXXIII: UN BRUJO TRAIDOR

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Los tres caemos en un estruendo al frío suelo de cemento gastado del reino brujo.

-¿Este lugar nunca cambia? Siempre es igual, triste y deshabitado -se queja Edrielle, levantándose y sacudiéndose con las manos sus impecables pantalones blancos para deshacerse de las piedrecitas.

-Tal vez en navidad esté más bonito -bromea Jace, ayudándome a levantarme.

-Como si Tekeo permitiera la mínima felicidad en este infierno -digo, levantando los brazos para señalar el entorno.

Tras recobrar la compostura, caminamos por el sendero en silencio, con pasos firmes y en alarma por si nos encontramos con alguien. Tengo las manos más sudorosas que nunca y los nervios a flor de piel. ¿Qué hacemos al llegar allí? Nos hemos presentado con el propósito de saber quién es el brujo y qué hace, pero no hemos pensado en cómo haremos todo eso. Después de llegar a la puerta sanos y salvos, Edrielle logra abrir la puerta con un hechizo. Estamos preparadas para invisibilizarnos cuando algo muy poco común pasa. Probamos una y otra vez pero el hechizo no funciona.

-¿Cómo es posible? -susurro para mi misma, volviendo a intentarlo por décima vez.

-Hechizo escudo -explica Edrielle, pasando la mano por la pared para estudiarlo-. Alguien ha puesto un hechizo escudo en la sede. Ningún hechizo funcionará aquí dentro.

-Esto es un problema muy gordo. Es imposible que salgamos vivos de aquí sin la invisibilización.

Unos pasos bajando las escaleras atraen la atención de los tres. En menos de lo que nos da para darnos la vuelta y mirar quién es, Jace da un brinco y se transforma en lobo. Salta delante de nosotras para hacer barrera y gruñe enseñando sus afilados colmillos hacia las escaleras.

-¡Joder! -exclama Emily, llevándose una mano al pecho por el susto-. ¿De quién demonios es este chucho tan grande y rabioso?

Exacto, la mismísima Emily con un top de deporte negro y unos pantalones ajustados de licra, sudorosa y con las mejillas enrojecidas.

-¿Emily? -pregunta él-. ¿Emily Voodsen?

-¿Cómo es que me conoces? -interroga sorprendida.

-¿No me reconoces? Soy Jace Wolfard, nos conocimos en la reunión de negocios de hace dos años.

Como ella aún sigue sin reconocerle, vuelve a su forma humana para facilitárselo.

-¡Jace! -exclama, corriendo hacia él para darle un abrazo.

Después de un largo apretón, se separan con una sonrisa de oreja a oreja en la cara de los dos.

-¿Os conocéis? -interrumpe al momento Edrielle.

-Si, en una junta de negocios hace dos años entre el reino lobuno y el vampírico -explica Jace-. Nuestras familias son importantes empresarios con una estrecha amistad con la realeza y no podían faltar en la reunión. Dejaron a los menores fuera durante el congreso y nos hicimos amigos.

-¿Cómo está Edward? -pregunta Emily, tocándole el antebrazo.

-Bien -se limita a responder-. También te sigue recordando -añade-. ¿Cómo has... acabado aquí? -pregunta, ahora en un tono menos jovial.

-Me echaron hace poco del reino vampírico -responde-. Ahora soy una auténtica vergüenza. Mis padres no quieren saber nada de mi.

-¿Por qué? Pero si tú y tu hermana erais inseparables ¿Qué pasó?

-Teníamos una misión, a las afueras del reino. Éramos tres y nos atacaron casi treinta de los Cazadores de Criaturas. Yo era la líder y... -se le quiebra la voz y reprime un sollozo-. Me ofrecieron salir con vida a cambio de la vida de los otros, y yo... yo... -no consigue acabar porque se derrumba en las escaleras y comienza a llorar.

Reina BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora