CAPÍTULO XI: PELEA

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Me dirijo con paso apresurado hacia el bosque, con la idea tonta de encontrar a Edward.Es imposible, el bosque es inmenso y,teniendo en cuenta que es lobo, habrá llegado al portal antes de que me adentre en el bosque.

En el camino voy pensando en el lío que acabo de montar. Le prometí a Jace que no se lo contaría, ¿Qué hago yo ahora? Se va a enfadar mucho conmigo. Y ahora Edward también está enfadado conmigo ¡Soy una amiga espantosa! Antes de darme cuenta, ya estoy en el bosque. Veo un borrón oscuro moverse de entre árboles.

-Hola Jace, ¿No has ido al entrenamiento? -le pregunto. Creo que me estoy acostumbrando a estar rodeada de lobos.

-No, prefería esperar -me dice -.¿Dónde está Edward? ¿No venía contigo?

-No, ha preferido ir solo -miento.

-¿Por qué, qué ha pasado?

-Luego te lo explico -garantizo mientras que me monto en él.

Corre por el bosque hasta llegar a la casa de la anciana donde está el portal

-Perdona señora -le pregunto antes de entrar.

-Llameme Ágata magestad -me pide con una pequeña reverencia.

-Tranquila Ágata, puedes llamarme Abby -le aseguro-.¿Sabes si Edward ya ha pasado por aquí?

-Por supuesto, pasó hace un rato, me extraña que no le hayáis visto por el camino.

-Vale, gracias.

Corro detrás de Jace para alcanzarle, y me adentro en el portal. Al llegar a la casa de Jackson, me tranquiliza ver a Edward entrenando con mi padre.

-¡Jace, a dar quince vueltas a la casa! ¡Vamos! -le grita Jackson desde la otra puerta.

-Nooo... -gime de espanto al escuchar la cantidad de vueltas. En un segundo se convierte en lobo y corre hacia donde están entrenando los demás.

-Bueno niña, tenemos hechizos que perfeccionar -me dice frotando las manos entre ellas con una sonrisa malévola.

-¿Por qué haces esto? -le pregunto desesperada.

-¿El que? -pregunta fingiendo inocencia.

-No le dijiste a los chicos que me diste el día libre, ¿Qué he hecho yo para molestarte tanto?

-Existir -responde en voz baja.

-¿Cómo que existir? ¡No es mi culpa haber existido!

-Pero si que es tu culpa ser torpe -insiste mientras llama a Rocky con un gesto con la mano.

-¿Cómo que ser tan torpe? ¿A qué te refieres con eso? -.Ya me estoy hartando con Jackson.

-<<¿Cómo que ser tan torpe? ¿A qué te refieres con eso?>> -repite poniendo voces raras para imitarme -.¡Venga, no tengo tanto tiempo para desperdiciarlo contigo, empieza a practicar con lo de ayer!

Intento responderle, pero se aleja con su perro en manos a donde entrenan los chicos. A veces me parece que Jackson esconde secretos bajo toda esa fachada. Intento pensar en cualquier otra cosa que no sea Jackson y me alejo un poco para practicar el hechizo de levitación. Después de todo, solo vengo aquí a practicar hechizos, no ha discutir.

Me concentro en una gran caja que hay en una esquina e intento hacer que se mueva y, para mi sorpresa lo logro. La caja flota en el aire a casi un metro de distancia desde el suelo, y le empiezo a dar vueltas en círculo. Le doy algo más de altura, y luego lo vuelvo a dejar donde estaba. Sonrio, orgullosa de mí misma.

En las próximas horas Jackson me enseña a volverme invisible, cosa que al principio me parecía algo imposible, pero luego empecé a pillarle el tranquillo. El truco era permanecer inmóvil y luego hacer un movimiento con las manos, cerrándolas poco a poco en un puño. Al terminar las clases me dirijo hacia la parte trasera de la casa, para ver cómo terminan de entrenar los chicos, y me siento en el frío suelo. Los tres están parados a un lado, escuchando las explicaciones de Jackson:

-Para pillarlos de sorpresa, lo mejor es que les ataqueis desde la espalda, nunca por delante -dice-. Jace y Edward, salid.

Los dos se sitúan el uno frente al otro, Jackson y papá se apartan para darles espacio.

Los dos lobos empiezan a dar vueltas en círculo, esperando a que el otro se despiste por un segundo y atacar. En ese instante, Edward, rápido como la luz, salta a la espalda de Jace y le ataca. Él intenta quitárselo de encima, pero Edward, más agresivo que nunca, le araña en un lado del brazo, haciendo que Jace aúlla de dolor. Lo normal hubiera sido que Edward parara en ese momento, pero él sigue atacando al indefenso lobo negro que ahora está en el suelo sin poder hacer nada. Papá y Jackson se miran entre ellos, confundidos de lo que está pasando, pero dejan que lo terminen. Me levanto de un salto y corro hacia donde están los dos peleando, y sin pensarlo dos veces, me dispongo a interferir.

-¡Para! -le grito al atacante mientras intento ponerme entre ellos dos, pero Edward sigue arañando a Jace y eso lo dificulta todo.

-No le pegues a él, todo esto ha sido culpa mía, no suya -le explico.

Sujeto el blanco y peludo brazo de Edward y con todas mis fuerzas, intento tirar de él para que pare de hacerle daño al lobo negro que aúlla de dolor cada vez más fuerte. El lobo blanco, aún concentrado en Jace, sacude el brazo para que le suelte, y sin querer, me traspasa la gorda sudadera con la garra llegando hasta mi piel, dejando un largo corte en mi antebrazo desde el codo hasta la muñeca. En el momento en que la sangre empieza a derramarse por mi muñeca, Edward para en seco y se queda petrificado observando mi herida. Al instante no me duele, pero cuando me llevo la otra mano a ella, empieza a escocerme y sale más sangre. Papá y Edward se convierten en humanos, y se acercan seguidos de Jackson para ver si estoy bien, pero antes de que puedan decir algo, los dejo atrás y me dirijo hacia Jace, que igual que los demás, se ha convertido en humano. Aun en el suelo, se lleva las manos hacia el abdomen, que lo tiene arañado. Papá se acerca hacia él y lo acompaña a ir a dentro, Jackson se acerca hacia mí y me pide que le acompañe también a dentro para ver la herida. Los cuatro entramos en casa después del repentino ataque agresivo de Edward, dejándole a él a fuera.

Reina BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora